Iglesia Católica
¿Cómo murió el Papa Juan Pablo I? Su pontificado solo duró 33 días y la teoría del envenenamiento sigue abierta
Numerosas teorías, algunas contradictorias, se difundieron tras el fallecimiento de Albino Luciani. La pregunta es si hubo realmente un culpable
Francisco ha presidido este domingo 4 de septiembre la ceremonia de beatificación del papa Juan Pablo I, Albino Luciani, en la plaza de San Pedro, cuyo pontificado duró tan solo 33 días, uno de los más breves de la historia, que provocó que el año 1978, cuando fue elegido, estuviera marcado por tres sucesores de Pedro.
Juan Pablo I se ha convertido en el quinto Papa en ser elevado a los altares después de Pío X, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Francisco aprobó en octubre del año pasado el milagro necesario para su beatificación: la curación extraordinaria de una niña argentina de once años que padecía una forma grave de encefalopatía.
Juan Pablo I ha pasado a la historia como el Papa de los 33 días de pontificado o como el “Papa de la sonrisa”, pero también ha sido el protagonista de una leyenda negra que aseguraba que fue asesinado. El Vaticano ha querido presentar su beatificación como un medio para conocer mejor su figura.
Elegido Papa el 26 de agosto de 1978 con el nombre de Juan Pablo I, Albino Luciani falleció de forma inesperada, el 28 de septiembre, a los treinta y tres días justos de pontificado. Su extraña muerte, así como los testimonios contradictorios sobre las circunstancias en que ésta se produjo, dieron rienda suelta a todo tipo de especulaciones.
El sacerdote español Jesús López Sáez, en su obra «El día de la cuenta», asegura así que Juan Pablo I murió emponzoñado tras habérsele administrado una fuerte dosis de un vasodilatador. La misma tesis sostiene el investigador británico David Yallop, en su libro «In God’s name» («En el nombre de Dios»). Yallop va aún más lejos que el sacerdote López Sáez, al afirmar que Albino Luciani murió envenenado por altos jerarcas de la Iglesia con la complicidad de mafiosos vinculados al Banco Ambrosiano y miembros de sectas masónicas. Una auténtica conspiración sobre la que no existe prueba alguna fehaciente.
Todavía sigue sorprendiendo hoy a algunos, cierto, que no se le practicara a Albino Luciani la preceptiva autopsia, prevaleciendo así entonces el criterio de los últimos dignatarios del Vaticano, según los cuales jamás se le había efectuado al cadáver de un Papa, cuando la historia parecía demostrar justo lo contrario.
Conviene no olvidar tampoco que el postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo I, Enrico Dal Cavolo, negó de forma categórica que la muerte del Romano Pontífice hubiese sido provocada por alguien. Según manifestó rotundo el postulador, «no fue inducida».
Aun así, si nos atenemos al testimonio sobre su sucesor Juan Pablo II recogido por Elena Patriarca Leonardi, hija espiritual de San Pío de Pietrelcina y fundadora de la Casa del Reino de Dios y Reconciliación de las Almas de Roma, contamos con otro posible indicio de que Luciani hubiese sido envenenado de algún modo misterioso.
Nacida el 4 de noviembre de 1910 en Avezzano, provincia de L'Aquila, Elena Patriarca Leonardi dejó escrito un diario por obediencia a su director espiritual. Advirtamos que durante más de tres décadas, esta mujer piadosa de misa y comunión diarias confesó con el Padre Pío, de quien era una de sus hijas espirituales predilectas.
Elena Patriarca mantuvo, según acredita ella misma y diversas personas que la trataron en vida, frecuentes locuciones con Jesús, la Virgen y el Padre Pío. Consignemos ahora algunas de ellas, en las que los tres personajes celestiales la previnieron supuestamente sobre los planes maquiavélicos para envenenar a Karol Wojtyla en su momento. Si alguien en el Vaticano deseaba quitarse de en medio a Juan Pablo II a los seis meses de pontificado, ¿quién podría asegurar, sin una autopsia de por medio, que no lo hubiesen hecho antes con Juan Pablo I?
Oraciones por el Papa
Veamos esos mensajes anotados por Leonardi: «Roma, 5 de abril de 1979, a las 10 de la mañana. Este primer viernes de mes yo estaba en la Iglesia. Cuando terminé mi oración de acción de gracias, la Virgen me dijo: “Orad por el Papa, se está preparando un veneno”. Ella me mostró una jeringuilla».
«Roma, 8 de abril de 1979, a las 11,30 mañana: Yo estaba en la Iglesia de la Virgen del Amor Divino. Vi a Jesús y al Padre Pío, que me dijeron: “Orad por el Papa”».
«San Giovanni Rotondo, 14 de abril de 1979, a las 22 horas: La Virgen me dijo: “Reza por el Papa. Ellos le preparan un veneno para matarlo. ¡Qué dolor, hija mía! ¡Reza por el Papa y haz penitencia, hija mía!”».
Añadamos que Juan Pablo II fue el Papa que más atentados e intentos de asesinato sufrió durante los más de veintiséis años que rigió los designios de la Iglesia, empezando por el plan preconcebido por Fernando Álvarez Tejada para acabar con su vida mediante la colocación de una bomba en la Basílica de Guadalupe, en México, en 1979.
El mismo año, precisamente, en que Elena Patriarca Leonardi hizo las anotaciones que acabamos de leer en su diario, según las cuales pretendían emponzoñar al Papa en abril.
¿Realidad o fantasía? Sea como fuere, la extraña muerte del Papa Albino Luciani sigue siendo un misterio. Solo una eventual autopsia podría arrojar luz sobre lo sucedido, pero resulta del todo improbable que eso pueda suceder.
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