Singularidad

Agricultor cultiva un bosque con forma de guitarra durante más de 40 años para honrar la memoria de su esposa

Los contornos de esta obra están formados por pinos cipreses californianos, las cuerdas por eucaliptos medicinales, y el puente y la estrella por pinos cipreses de piña

Agricultor cultiva un bosque con forma de guitarra
Agricultor cultiva un bosque con forma de guitarra Redes sociales

En una explanada cerca de General Levalle, en la provincia de Córdoba, Argentina, se encuentra una maravilla única que ha cautivado la imaginación de quienes la han visto desde las alturas: una enorme guitarra dibujada con árboles. Este prodigio natural, conocido como La Estancia La Guitarra, no solo es una atracción turística notable, sino también un monumento al amor y la dedicación de una familia.

La historia de esta impresionante obra de arte natural se remonta a la década de 1970, cuando Graciela Yraizoz, una joven idealista ecológica, soñaba con convertirse en guitarrista y crear un paraíso para su familia. Su visión de una "guitarra natural" fue inicialmente recibida con escepticismo por su esposo, Pedro Martín Ureta. Sin embargo, todo cambió trágicamente cuando Graciela falleció de manera repentina en 1977 debido a un aneurisma.

Para honrar la memoria de su amada esposa y cumplir su sueño compartido, Pedro se embarcó en una misión que duraría décadas. Con la ayuda de sus hijos, dedicó su vida a transformar la tierra en una obra de arte viva. Durante 40 años, Pedro trabajó incansablemente plantando más de 7.000 árboles para dar forma a la guitarra, consultando con paisajistas para perfeccionar cada detalle.

El resultado es una majestuosa guitarra natural de 2.500 metros de largo por 400 metros de ancho, cuyos contornos están formados por pinos cipreses californianos, las cuerdas por eucaliptos medicinales, y el puente y la estrella por pinos cipreses de piña. Esta obra maestra no solo es reconocida localmente, sino que también ha sido inmortalizada en aplicaciones como Google Maps y Google Earth.

Tras el fallecimiento de Pedro en 2019, el cuidado y mantenimiento de La Estancia La Guitarra pasó a manos de sus hijos, asegurando que el legado de amor y dedicación de sus padres perdure en el tiempo.