Animales

¿Los animales poseen la emoción de la vergüenza?

Diversos estudios han abordado esta cuestión y han extraído diferentes conclusiones

Los perros son los protagonistas de estas curiosas vacaciones.
Perros en coche Cypress Inn

En las redes sociales, surge una tendencia que ha perdurado en el tiempo, conocida como el "dog shaming". Este singular concepto implica compartir imágenes de perros (y ocasionalmente gatos) acompañados de rótulos hechos a mano que aparentan ser confesiones de sus travesuras. En estas instantáneas, nuestros leales compañeros aparecen junto a las pruebas de sus travesuras. Aunque estas imágenes pueden resultar humorísticas y enternecedoras, han planteado interrogantes profundos sobre las emociones de los animales, especialmente en lo que respecta a la vergüenza.¿Es posible que nuestros fieles compañeros sientan genuina vergüenza como los humanos?

Jack Bekoff, profesor de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Colorado, ha sido un defensor de la idea de que los animales, incluidos los perros, son capaces de experimentar emociones complejas, incluida la vergüenza. En una entrevista con Salon, Bekoff sostiene que, dadas las situaciones en las que los humanos experimentan vergüenza, no hay razón para creer que los animales no puedan experimentar una emoción similar.

La teoría de que los animales, incluidos los perros, pueden sentir vergüenza se basa en la idea de que la culpa y la vergüenza son herramientas que refuerzan las relaciones sociales y minimizan los efectos de las transgresiones en las interacciones sociales. Este concepto no es nuevo y se remonta a figuras históricas como Charles Darwin, quien observó comportamientos que asociamos humanamente con la vergüenza en primates no humanos, como mantener la cabeza baja o evitar la mirada.

En estudios posteriores, se han identificado patrones similares en perros domesticados. Sin embargo, algunos argumentan que estos comportamientos pueden ser resultado del proceso de aprendizaje al que los perros han sido sometidos a lo largo de su evolución para adaptarse a la convivencia con los humanos. Stanley Coren, profesor emérito del Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia Británica y autor de libros sobre animales, sugiere que los perros han aprendido que cuando se descubre evidencia de su mal comportamiento en presencia de sus dueños, pueden enfrentar consecuencias negativas, como regaños o castigos.

A pesar de estas conclusiones, científicos como Bekoff prefieren mantener una perspectiva abierta en este debate complejo. Si bien la investigación puede no ofrecer una respuesta definitiva, es indiscutible que las estructuras cerebrales de los perros son similares a las de los humanos. Bekoff sugiere que, aunque es posible que la vergüenza y la culpa no se produzcan en los perros de la misma manera que en los humanos, es plausible que estas emociones estén presentes en alguna forma, quizás como parte de una experiencia emocional colectiva.