Espacio misterio
Estos son los principales riesgos para la salud si te encuentras con un ovni
La Fundación SOL ha elaborado un informe que analiza las amenazas para la salud derivadas de los encuentros cercanos con ovnis
Durante décadas, los investigadores han documentado efectos nocivos para la salud derivados de encuentros cercanos con ovnis. Un pequeño número de casos médicos que describen síntomas como quemaduras, lesiones oculares y deterioro neurológico en los testigos. Si bien estos informes son anecdóticos, han servido de punto de partida a la Fundación SOL para valorar los posibles riesgos para la salud asociados con los encuentros con los UAP. No en vano, uno de los impulsores de la fundación, el científico Garry Nolan, fue requerido por la CIA para valorar los efectos de las experiencias ovni en los pilotos de caza detectando problemas perturbadores.
En su informe especulativo analiza los desafíos que supone detectar y gestionar las amenazas anómalas para la salud en general y plantea recomendaciones y estrategias para mejorar la preparación de los Estados Unidos ante estos escenarios de baja probabilidad, pero de grandes consecuencias.
Casos inquietantes
La Fundación SOL, cita en su informe casos históricos como incidente protagonizado en Falcon Lake (Manitoba - Canadá) por Stefan Michalak. Este mecánico industrial tuvo un encuentro, el 20 de mayo de 1967, con dos objetos brillantes que tenían forma de cigarro, flotando a unos 45 metros de distancia. Uno de ellos aterrizó mientras el otro permaneció en el aire durante unos minutos, antes de ascender y perderse en el cielo.
Michalak creía que se trataba de una nave experimental militar secreta de Estados Unidos. Tanto es así que, con pasmosa tranquilidad, se sentó y dibujó bocetos del objeto durante la siguiente media hora. Después decidió acercarse. Fue entonces cuando notó un aire cálido y el olor a azufre penetrante.
De repente, la nave emitió una ráfaga de gas caliente que prendió fuego a su ropa y dejó un patrón de quemaduras en forma de rejilla en su pecho. Fue tratado en un hospital por quemaduras en el pecho y el estómago que luego se convirtieron en llagas elevadas en forma de cuadrícula. Durante las semanas siguientes sufrió diarrea, dolores de cabeza, desmayos y pérdida de peso.
El caso fue investigado intensamente por la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Del lugar del encuentro se recuperó su guante de soldador, algunas herramientas y la camisa de Stefan, que fueron sometidos a un análisis exhaustivo en un laboratorio forense de la RCMP. Nadie pudo determinar qué causó las quemaduras pero presentaban altos niveles de radiactividad. Nadie pudo explicar satisfactoriamente el incidente.
El informe de la Fundación SOL también menciona otros casos compatibles con problemas de salud derivados de la exposición a altos niveles de radiación.
En 1977, durante una ola de avistamientos ovni en Colares (Brasil), numerosos residentes dijeron haber sido alcanzados por rayos de luz procedentes de "naves" en los cielos. Estas luces provocaron lesiones en la piel tanto en la cara como en las zonas torácicas. Algunas víctimas presentaban, también, pequeñas heridas punzantes y pérdida de cabello.
La Fuerza Aérea Brasileña llevó a cabo una investigación oficial (Operação Prato), que recopiló informes médicos y testimonios de testigos. Aurora Fernandes (en la imagen superior), que en ese momento tenía apenas 18 años de edad, fue una de las víctimas de lo que fue bautizado por la prensa como "Chupa Chupa", luces vampíricas. Según Aurora, solo vio el rayo de luz que se dirigía hacia ella y sintió un “golpe” o “shock”, que la hizo desmayarse. Sintió dolor y ardor en el lugar de la herida.
El último incidente reseñado es el protagonizado el 29 de diciembre de 1980 por Betty Cash, Vickie Landrum y su nieto de siete años. Conducían cerca de Houston (Texas), alrededor de las nueve de la noche cuando vieron algo inusual en el cielo, un objeto con forma de diamante que, ocasionalmente, lanzaba llamas hacia la carretera.
Cash sintió una mezcla de miedo y fascinación cuando detuvo el auto a un costado de la carretera y salió del vehículo. Las llamas que salían del misterioso objeto resultaban tan calientes que hacían imposible tocar el coche, pero eso no es todo. Casi de inmediato, los testigos comenzaron a experimentar graves complicaciones de salud. Los tres sufrieron náuseas, vómitos, diarrea, debilidad, ardor en los ojos y dolor similar a una quemadura solar.
Los síntomas de Betty Cash siguieron empeorando durante los días siguientes. Le salieron ampollas enormes y, cuando fue al hospital el 3 de enero de 1981, el dolor era tan intenso que apenas podía caminar.
Con todo, se lamenta el informe, "la base de evidencia sobre los efectos de los UAP en la salud sigue siendo escasa, lo que presenta desafíos importantes para comprender la amenaza potencial. Los datos consisten principalmente en síntomas autoinformados, y las evaluaciones diagnósticas a menudo se retrasan, lo que complica la atribución de síntomas a encuentros con UAP. La falta de recopilación de evidencia consistente y de protocolos clínicos estandarizados obstaculiza aún más los esfuerzos por establecer relaciones causales."
El síndrome de La Habana
Otra categoría informativa de amenazas anómalas a la salud es la constelación de síntomas neurológicos reportados por el personal diplomático y los funcionarios de inteligencia estadounidenses, en lo que se ha dado en conocer como “síndrome de La Habana” o “incidentes anómalos de salud” (IAH).
La Fundación SOL constata como los marcos de seguridad sanitaria existentes, están fuertemente orientados hacia enfermedades infecciosas conocidas, pero no están pensados para anticipar y mitigar las amenazas emergentes. Enfrentar este desafío requiere tecnologías independientes de las amenazas para detectar y caracterizar agentes nuevos sin depender de firmas genéticas, moleculares o epidemiológicas previas. Y, añade, que la perspectiva de materiales biológicos potencialmente asociados con UAP plantea desafíos adicionales.
En ese sentido aducen que la gestión de materiales biológicos asociados a UAP requeriría el desarrollo de protocolos sólidos de manejo y análisis de muestras que abarquen la recolección, el transporte, el almacenamiento para su estudio.
Finalmente, recomiendan asignar la responsabilidad de las amenazas anómalas a la salud a la Dirección de Seguridad Sanitaria Global y Biodefensa del Consejo de Seguridad Nacional para garantizar una estrategia cohesiva entre las agencias sirviendo como nodo central, facilitando la comunicación, la coordinación y la respuesta rápida en todo el gobierno federal.
También recomiendan establecer un grupo de trabajo interinstitucional para coordinar los esfuerzos para evaluar y responder a todas las amenazas anómalas a la salud, así como una base de datos que recoja los incidentes.
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