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Misterio

La figura de Palpa que puede arrojar luz sobre las misteriosas líneas de Nazca

La última interpretación de Johnny Isla asegura que algunas de estas formas fueron realizadas para ser vistos por otros seres humanos

Científicos japoneses descubrieron en la costa sur de Perú 168 nuevos geoglifos cerca de las líneas de Nazca Universidad de YamagataUniversidad de Yamagata/EFE

Investigaciones recientes en la meseta de Nazca y en las colinas de Palpa han dejado algo claro: no todos los geoglifos fueron creados para que los vieran los dioses. Algunos, según los arqueólogos, estaban pensados para ser vistos por la gente que caminaba por allí.

Esa es la conclusión de Johny Isla, arqueólogo responsable del estudio de las líneas en Perú. Su equipo ha identificado un conjunto de figuras humanas y animales que habían pasado desapercibidas, pero que ahora aparecen con nitidez gracias al uso de drones, fotografías aéreas y análisis en alta resolución. Según este nuevo trabajo, estas imágenes —datadas entre el 500 a.C. y el 200 d.C.— provendrían de culturas anteriores a Nazca, como Paracas o Topará. Se distinguen de las famosas líneas nazqueñas porque pueden apreciarse desde el suelo, no solo desde las alturas.

Una de las claves de esta nueva lectura apareció en Palpa: una figura que parece una orca con rasgos humanos, sosteniendo lo que podría ser una cabeza en su brazo. Mide 25 × 65 metros y fue identificada por Isla tras revisar un viejo negativo en blanco y negro de los años setenta. Según declaró a The Guardian, estas figuras más antiguas serían el eslabón perdido entre los trazos simples de Nazca y el gran despliegue de geoglifos posteriores. Es decir, serían imágenes hechas “por humanos para humanos”, y no “por humanos para los dioses”, como sostenía la interpretación clásica.

Un nuevo enfoque

Durante décadas se pensó que las líneas de Nazca eran mensajes destinados a los dioses del cielo, relacionados con el agua, la fertilidad o la astronomía. Esta nueva visión plantea otra posibilidad: que las comunidades Paracas-Topará usaran estos geoglifos como marcas de territorio, emblemas de grupo o rutas rituales a pie, sin necesidad de que fueran vistas desde lo alto.

El exministro peruano Luis Jaime Castillo lo resume así: “Si las Líneas de Nazca fueron hechas por humanos para los dioses, estas figuras fueron hechas por humanos para humanos. Son representaciones claras de personas. Delimitan territorios”.

Sigue en pie, no obstante, un misterio: ¿por qué eligieron representar animales que ni siquiera habitaban la zona?

Preguntas que quedan abiertas

Este cambio de mirada plantea nuevos interrogantes: ¿por qué estas figuras muestran humanos, escenas de decapitación o animales combativos, mientras que las líneas posteriores apuestan por formas abstractas y símbolos que parecen dirigirse al cielo?

¿Qué implicaba para esas comunidades que las figuras fueran visibles para quien caminaba por la pampa? ¿Cómo se produjo el salto técnico entre estos geoglifos pequeños, tal vez más privados, y los enormes dibujos nazqueños trazados para ser vistos desde el aire? ¿Influyeron los cambios sociales, climáticos o demográficos en esa transformación?

Nueva figura con forma de gato en las pampas de Nazca, PerúEspacio MisterioLa Razon

Lo que viene después del hallazgo

Aunque este hallazgo no resuelve el gran enigma de las líneas de Nazca —su propósito último, su función, su dimensión espiritual— sí añade una capa más: la comunicación humana y el territorio como escenario simbólico.

Drones, imágenes satelitales y herramientas de inteligencia artificial están cambiando por completo la forma de investigar Nazca y Palpa. Zonas que se creían estudiadas a fondo están revelando nuevas pistas. Los arqueólogos coinciden en que lo conocido es solo una pequeña parte y que podrían existir cientos de figuras más, más pequeñas y casi invisibles desde el aire.

En ese diálogo entre lo monumental y lo íntimo, entre lo divino y lo humano, este hallazgo nos invita a replantear algo fundamental: no solo qué significaban esas líneas, sino para quiénes se trazaron. Y así como el desierto se mueve, también cambia la historia que contamos sobre él.