Oriente Medio
Israel elimina un nuevo mando de Hizbulá en Beirut en pleno éxodo interno de libaneses
Los bombardeos de las FDI de los dos últimos días dejan más de 550 muertos en el sur y el este del país de los cedros
Aunque con menos intensidad que el día anterior, Tel Aviv volvió este martes a llevar a cabo intensos bombardeos contra infraestructura de Hizbulá en localidades del sur y el este de Líbano en medio de un rumor cada vez más fuerte de que las tropas israelíes -miles de soldados aguardan al otro lado de la frontera-acabarán traspasando la conocida como línea azul en cuestión de días. Por su parte, Hizbulá volvió a responder con dureza con el lanzamiento masivo de cohetes -al menos 220- y misiles contra el norte de Israel. Según el diario "Haaretz", hoy se registró el mayor número de ataques de la milicia liderada por Hasan Nasrallah desde el comienzo de la guerra, aunque, al cierre de esta edición, Tel Aviv no había reconocido ninguna víctima mortal ni civil ni militar.
Entretanto, el balance de muertos como consecuencia de los dos días más intensos desde que se desataran las hostilidades entre Hizbulá e Israel el pasado 8 de octubre siguió subiendo ayer. Según el Ministerio de Salud libanés, son al menos 558 las personas muertas -entre ellos medio centenar de niños- y decenas de miles las heridas en un sinfín de localidades del sur y el valle de la Becá, donde se concentra una proporción mayor de población chií y, por ende, de miembros o simpatizantes de la organización tentáculo de Irán en el país mediterráneo. La del lunes ha pasado a la historia de Líbano como la jornada más sangrienta desde que acabara la guerra civil (1975-1990).
Prácticamente a la misma hora en que se producía la operación contra la cúpula de la fuerza el viernes pasado y la doble cadena de explosiones de dispositivos de comunicación de la milicia chiita, también el ataque del lunes, Israel volvía hoy a llevar a cabo una operación de “precisión” contra mandos de la estructura militar del partido proiraní en Dahiyeh, el feudo chiita al sur de Beirut. Aunque desde la dirección de Hizbulá no confirmó ayer su muerte, Tel Aviv no tardó en anunciar haber acabado con la vida de Ibrahim Kobeissy. El ataque dejó un total de seis muertos y al menos 15 heridos, según las autoridades sanitarias libanesas. Además, los bombardeos de las FDI se cobraron también la vida de dos trabajadores de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (UNHR) en el sur del Líbano.
Por su parte, Hizbulá reivindicaba a través de su canal de Telegram haber lanzado hasta 50 misiles a la base militar de Dado, cerca de la ciudad de Safed. Durante la noche del lunes al martes, la milicia chiita aseguró haber lanzado hasta 12 proyectiles contra suelo israelí, y aseveró haber alcanzado una profundidad de 60 kilómetros desde la frontera. Fuentes de la organización proiraní consultadas por la cadena catarí Al Jazeera daban ayer cuenta del uso de un nuevo tipo y más avanzado de misiles, los Fadi-3, después de haber lanzado los Fadi-1 y Fadi-2 -con los que supuestamente se alcanzó el centro y la periferia de Haifa- en jornadas precedentes.
Entretanto, un país castigado y de reducidas dimensiones -exactamente 10.452 kilómetros, equivalente a la comunidad de Navarra- como este vuelve a ser escenario de una situación humanitaria que amenaza con ser catastrófica. Decenas de miles de personas abandonan desde el lunes las zonas más castigadas por los ataques israelíes, sobre todo en el valle de la Becá, una planicie situada al este y próxima a Siria, y el sur, que se lleva la peor parte desde hace meses y donde hay decenas de localidades prácticamente destruidas, rumbo a zonas seguras como la capital y el centro y norte del país. Cada uno a su forma, los libaneses se vuelcan para ayudar, en muchos casos ofreciéndoles techo, a familiares, amigos o simples conocidos que llegan a Beirut -entre otros muchos lugares- en una situación más que precaria. Algunas de las rutas más importantes del país con salida y destino a la capital registraron masivos atascos circulatorios durante toda la jornada.
Mientras tanto, miles de residentes extranjeros, turistas o libaneses con doble nacionalidad tratan en las últimas horas de abandonar el país aprovechando las cada ves menores oportunidades de adquirir pasajes comerciales, pues prácticamente solo la compañía de bandera libanesa, Middle East Airlines, opera en estos momentos en el único aeropuerto internacional del país, el Rafic Hariri de Beirut. Por otra parte, El Ministerio de Educación prolongó hasta el fin de semana la suspensión de las clases en la enseñanza primaria, secundaria y universitaria.
Los libaneses tratan de asimilar la nueva -aunque vieja en la memoria de los libaneses- situación como pueden. La experiencia de 2006 está aún fresca para muchos libaneses que creen que la guerra no ha hecho más que comenzar y de que los bombardeos contra localidades e infraestructuras del país puede ser el siguiente paso antes de una eventual entrada de las tropas israelíes en el sur. Por el momento, el hecho más esperanzador es que ni las milicias chiitas de Yemen, los conocidos como hutíes, ni otras estructuras armadas radicadas en suelo sirio e iraquí atacaron intereses israelíes en auxilio de Hizbulá. Tampoco Irán, artífice y patrocinador de Hizbulá, dio ayer señales de estar pensándose entrar en el conflicto.
Finalmente, consultada este martes, la Embajada española en Líbano admitía “no estar en la situación” de tener que llevar a cabo una evacuación marítima de los ciudadanos españoles que se encuentran aún en el país.
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