Ortografía y gramática

¿Por qué se dice «conmigo» y «contigo» pero no «sintigo» y «sinmigo»? Esto dice la RAE

La RAE explica las razones por las que estas palabras son incorrectas en la lengua española, algo que proviene directamente del latín

El Diccionario de la RAE cuenta con más de 100.000 palabras
El Diccionario de la RAE cuenta con más de 100.000 palabrasDreamstime

La Real Academia Española (RAE) ha sido ampliamente reconocida por su labor en la estandarización del español y la explicación de las reglas lingüísticas que gobiernan nuestro idioma. Esta institución realiza investigaciones y emite recomendaciones que contribuyen a mantener la coherencia y claridad en el uso del español.

La nota de la RAE plantea una curiosa pregunta: ¿por qué decimos "conmigo" y "contigo", pero no "sintigo" o "sinmigo"? Para entender esta singularidad, es necesario retroceder en el tiempo y explorar la influencia del latín en la formación de estas palabras en español.

En el latín clásico, la preposición "cum" se utilizaba de manera especial y se combinaba con la forma ablativa de los pronombres personales. Así, teníamos "mecum" (conmigo), "tecum" (contigo), "secum" (consigo), "nobiscum" (con nosotros) y "vobiscum" (con vosotros).

A medida que el latín evolucionó hacia el romance hispánico, las formas latinas se transformaron fonéticamente en "migo", "tigo" y "sigo". Sin embargo, los hablantes perdieron la conciencia de que la preposición latina "cum" estaba presente en estas palabras y añadieron la preposición romance "con" antes de ellas. Esto dio lugar a expresiones como "conmigo" y "contigo".

Aunque en la lengua medieval existieron combinaciones similares para el plural, como "connusco" (con nosotros) y "convusco" (con vosotros), estas desaparecieron durante el Siglo de Oro, mientras que las de singular han perdurado hasta hoy en todas las variedades del español. Es importante señalar que "conmigo", "contigo" y "consigo" siempre se escriben en una sola palabra.

La preposición "sin" sigue un patrón más regular, ya que en latín la preposición "sine" siempre se colocaba antes del pronombre, por ejemplo, "sine me" (sin mí) y "sine te" (sin ti). Esta regularidad etimológica explica por qué decimos "sin mí" y "sin ti" y no "sinmigo" ni "sintigo", que son inexistentes en español.