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Ágatha Ruiz de la Prada: «Este año ha sido una explosión de cosas que había sembrado»

La diseñadora y colaboradora de LA RAZÓN explicó ante los invitados los numerosos cambios vividos en su último y vertiginoso año que, dice, ha sido «el más emocionante de mi vida»

Ágatha Ruiz de la Prada: «Este año ha sido una explosión de cosas que había sembrado»
Ágatha Ruiz de la Prada: «Este año ha sido una explosión de cosas que había sembrado»larazon

La diseñadora y colaboradora de LA RAZÓN explicó ante los invitados los numerosos cambios vividos en su último y vertiginoso año que, dice, ha sido «el más emocionante de mi vida».

Agatha Ruiz de la Prada es una marca en sí misma. Su personalidad transparenta en sus diseños, que a su vez son reflejo de una mujer vital y optimista que hace ya años inyectó color en vena al mundo de la moda, en España y fuera de nuestras fronteras. Ni siquiera los reveses del destino, a una edad, dice, en la que ya no esperaba estas cosas (como la separación del periodista Pedro J. Ramírez) han podido doblegarla. Este año y pico ha acabado siendo, confiesa, el más especial de su vida. Y la diseñadora acudió a LA RAZÓN para detallar cómo se ha mantenido en la cresta de la ola en «un momento de cambios brutales» y «un año que empezó siendo muy difícil en lo personal».

Viene de Nueva York y de Uruguay, donde ha presentado un ballet con sus creaciones y tuvo la oportunidad de conocer al ex presidente Pepe Mujica, no para de dar titulares como su aparición con burka para firmar su divorcio o su aplaudida colección en Madrid, que abrió con el himno de España, vestida con la rojigualda entre un mar de plausos. Además, explicó ayer, «he ''agathizado'' un autobús y va por toda Europa lleno de corazones», por no hablar (que lo hace y largo y tendido) de su romance de nuevo cuño con las redes sociales: «Me hice de Instagram hace cinco meses y va como un tiro. Es mi manera de comunicarme con la gente». Tanto gusto le ha cogido a la cultura «millennial» que se ha convertido en imagen de una aplicación de citas para mayores de 50 años, «aunque de repente he descubierto que me gustan los jóvenes, yo que criticaba eso en los hombres –bromea–. Si te divorcias, lo primero un buen Apple y a tirar para adelante».

Entre las novedades que le ha traído este año está su colaboración, junto a su hija Cósima, con LA RAZÓN, mediante la columna semanal «El desquite de mi madre». «El año empezó con un trauma y me quedé sin un periódico. Pero conocí a Mauricio Casals (presidente de LA RAZÓN) y me dijo: No te preocupes para nada que aquí tienes uno. Y este es un superperiódico, me siento mucho más mimada que antes. Además, me he hecho íntima amiga de Francisco Marhuenda (director de este diario). Nos divertimos mucho a pesar de que él solo beba agua».

El trabajo ha sido su refugio cuando venían mal dadas. «A pesar de que la crisis ha sido brutal, yo la he peleado a lo bestia». Alquiló su tienda en París y descubrió que era un buen negocio. Se ha reinventado. «Es muy importante tener un trabajo que te guste, es fundamental. Yo había sembrado muchas cosas y este año ha sido una explosión, nunca me habían pasado tantas cosas bonitas. En lo personal, estaba preocupada con mi segundo año tras el divorcio, porque el palo fue fuerte, pero a la vez todo el mundo me ha mimado. No me ha fallado nadie, lo que es una cosa rarísima. La gente incluso me mima por la calle. Ha sido el año mas enmocionante de mi vida».

Modistas y políticos

Ante numerosos invitados del mundo de la moda como Lorenzo Caprile, Beatriz de Orléans y Carmen Lomana, entre otros, así como destacados dirigentes políticos como Dolors Montserrat, ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y la diputada del PP Alicia Sánchez-Camacho, la diseñadora confesó que «este año me he hecho más humana, menos obsesionada con el triunfo. Me ha venido muy bien mi ''background'' de trabajar toda la vida. La gente me pregunta qué he hecho para estar tan bien. Lo más importante no ha sido el trabajo ni mis hijos, sino mis amigos», entre quienes citó, emocionada, a Isabel Alonso. «He hecho mucho caso a mis amigas. Si me decían tomar un orfidal, no me saltaba ni uno de noche. Y si me aconsejaban ver ''Downtown Abbey'', lo hacía aunque nunca había visto una serie en un iPad. He sido muy disciplinada». En cierta manera, la separación, asegura, «me ha devuelto a cosas de la infancia. Yo tenía mis teorías de ser totalmente independiente y no depender de un hombre. Y aunque he sido la oveja negra de mi familia, durante años entré en el redil. Hacía de persona convencional, casada y con dos hijos».

Una familia de antes

La madrileña quiso acordarse de sus orígenes al principio de su intervención, sin dejar de lado su humor: «Mi familia tenía muchas virtudes, como ser muy monárquicos, leales y elegantes en su manera de ser. Pero eso sí, habían perdido la costumbre de trabajar. Ahí no trabajaba nadie. Cuando yo era pequeña la aristocracia era no pegar ni chapa desde el momento en el que alguien era algo. En cambio, en Inglaterra uno que era alguien ya estaba pensando en que sus hijos fueran a Eton y Cambridge. Aquí nada de eso. Mi madre nunca fue al colegio y nunca me preguntó qué carrera iba a hacer o en qué iba a trabajar en el futuro. Yo tengo el complejo de que me he focalizado mucho en los hijos, mientras que yo tuve mucha libertad. A mi madre le parecia rarísimo que trabajara y mi padre, de los miles de desfiles que he hecho, solo fue a uno o dos. Ellos no tenían esa obsesión por el éxito, que ahora se me está pasando. No me apoyaban nada porque no pensaban que fuera importante triunfar».

Y, sin embargo, lo hizo y desde bien joven. Agatha Ruiz de la Prada se convirtió en los 80 en un emblema de eso que se dio en llamar La Movida. La moda fue su manera de vehicular una personalidad muy particular que la ha convertido, además de en una profesional reconocida y premiada (el año pasado recibió el Premio Nacional de Diseño de Moda), en un personaje público muy querido. Sus corazones, sus colores vivos, sus cortes epatantes han despertado el aplauso en todas las grandes pasarelas internacionales y su marca, presente en todo el mundo, abarca una gama de productos muy variada, desde perfumes a bolsos, de teléfonos móviles a muebles y todo tipo de utensilios.

Grande de España, como XIII marquesa de Castelldosríus que es (también ostenta el título de baronesa de Santa Pau), a De la Prada siempre le ha gustado ir a la contra. En LA RAZÓN se acordó de una «foto preciosa que tengo con 17 años, cuando yo era muy hippie, en una cacería con el padre de Alfonso Ussía y Don Juan. Yo era la única señora e iba entre los dos con un sombrero roto. En aquella época me daba igual». La colaboradora recordó también que en su familia «siempre hemos sido fanáticos de Ussía. Aún recuerdo una vez que mi madre me hizo buscar un libro del marqués de Sotoancho por todo Madrid».

Fiel a su estilo, Agatha Ruiz de la Prada no se olvidó de traerse sus corazones a este evento, con un vestido característico, y compartió una tarde intensa con el «staff» de La RAZÓN y los numerosos invitados y amigos que quisieron acercarse a escuchar a una mujer que hace subir el pan cada vez que habla y cuya imagen pública ha dado un giro en los últimos meses. Historia viva de la moda española, por muchos años, y un personaje que, desde el desenfado que la caracteriza, no deja de sumar seguidores.