Crítica de cine
«Ai weiwei: never sorry»: El eterno optimista
Dirección, guión y montaje: Alison Klayman. Música original: Ilan Isakov. EE UU, 2012. Duración: 91 minutos. Documental.
Pegado a un móvil, a una cámara de vídeo, Ai Weiwei registra todos sus pasos para colgar luegos las fotos en internet.
Pegado a un móvil, a una cámara de vídeo, Ai Weiwei registra todos sus pasos para colgar luegos las fotos en internet. Bloguero profuso y empedernido, quiere que su obra y las persecuciones a las que le somete el Gobierno de China espanten al mundo entero. «La diferencia entre los hombres y los gatos es que estos últimos abren puertas, pero no las cierran», dice el artista en las primeras escenas de este excelente y minucioso documental, el primero que protagoniza. Y a él le han abierto tantas unos y cerrado tantas otros... «Intervengo poco en la producción de mis piezas», reconoce luego para sorpresa de quienes no sabíamos que, por ejemplo, Damien Hirst hace igual. En el filme de Klayman aparecen numerosos testimonios de galeristas, comisarios, colegas, periodistas, rockeros, directores de museos, la propia familia del creador, hasta vemos el hijo que tuvo extramarital con una amiga hace tres años... Apasionados seguidores del grande, carismático y un tanto pegado de sí mismo Weiwei, un firme defensor de la libertad y la transparencia cuyo descaro recuerda un poco al de Michael Moore y que concede más de cien entrevistas internacionales cada año desde que saltara a la fama quizá para no desaparecer un día que no hable. Por acciones como las de incluir en la red el nombre de los niños muertos, 5.212, debido a las pésimas condiciones de los colegios en los que estudiaban durante el terrible terremoto de Sichuan en 2008, víctimas que fueron silenciadas. Vigilado desde entonces, sufrió incluso una agresión física que lo llevó al quirófano. «Soy una marca para el pensamiento liberal», medita Weiwei, que en 2011 fue detenido y acusado de evadir impuestos. Una mentira más sobre un tipo extraordinario al que ya puede que le resulte imposible escapar de su propia y aalargadísima sombra, tan llena de compromiso activo como de vehemencia y amor por el arte, la comida y la vida. Así, en general.
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