«Amor es todo lo que necesitas»: Sólo falta Abba

El título danés de esta piruleta de fresa se traduce por «La peluquera calva». Se supone que, para que el público de mediana edad a quien va dirigida no se asustara y los letraheridos no la confundieran con una versión de la obra de Ionesco, Bier ayudó al departamento de ventas internacionales con un título que tuviera un atractivo universal subrayando su componente romántico sin desvelar ni el trauma de su heroína, causado por la quimioterapia y la infidelidad de su marido, ni su profesión, reservada, para las adictas a las novelas rosa, a las futuras princesas de cuentos de hadas. Si no fuera porque Bier es más pacata que el chucrut, la cinta podría contar una historia similar a la de los «best-sellers» psicosexuales de E.L. James porque reproduce, en la imaginería de un cine y una literatura que aún cree en los príncipes azules doloridos por el pasado, la fantasía del rico que rescata a la mujer doméstica de un entorno que no sabe que su corazón vale su peso en oro. Si suena banal, añadan una villa italiana, la presencia de un Brosnan haciendo de Brosnan, la celebración de una boda tumultuosa y tendrán un «remake» de «Mamma Mia» sin temas de Abba. Sólo la naturalidad de Dyrholm –la única que, con humildad, logra creerse lo que hace entre tópicos– salva al filme del desastre.