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Fotoprotectores: los químicos de las cremas solares llegan a la sangre

Un estudio que analiza cuatro filtros solares de uso común alerta de que los niveles detectados en el torrente sanguíneo de estas sustancias son superiores a los límites considerados seguros

“En España se diagnostican 76.000 cánceres de piel” | Infografía La Razón larazon

Los químicos de las cremas solares llegan a la sangre en mayor concentración de la recomendada

En España se diagnostican cada año unos 76.000 cánceres de piel, de los que alrededor de 5.000 son melanomas, su variante más letal. De ellos, un 80% se podría evitar, dicen los dermatólogos, si se realizara una protección adecuada frente a la radiación solar.

Estos datos, que se acaban de presentar esta semana con motivo de la puesta en marcha de la campaña Euromelanoma –una iniciativa que desde hace ya 19 años busca concienciar a la población de la importancia de prevenir los efectos del sol sobre la piel cuando se acerca el verano–, nos ayudan a hacernos una idea de lo peligroso de exponerse a la radiación solar sin tomar las debidas precauciones.

Es por ello por lo que uno de los mensajes clave durante todos estos años ha sido el de inculcar el hábito de utilizar la crema protectora pues, todo hay que decirlo, no estaba muy arraigado entre buena parte de los españoles. Pero ahora, cuando parece que el ritual de untarse de forma correcta el fotoprotector está ya aprendido –tanto es así que, después de haber aumentado en las últimas décadas, las cifras de muertes por cáncer de piel en nuestro país da síntomas de estar estabilizándose en mujeres y empiezan a disminuir en jóvenes y hombres de mediana edad–, un estudio acaba de demostrar que algunos de sus componentes lograrían llegar hasta nuestra sangre en una cantidad que sería superior a la considerada como segura.

El trabajo, publicado esta semana en la prestigiosa revista médica «JAMA» y llevado a cabo por la propia Agencia Americana del Medicamento (FDA por sus siglas en inglés), se planteó bajo la premisa de determinar si los ingredientes activos de los productos para el sol disponibles en el mercado se absorben en el torrente sanguíneo.

Y la conclusión fue que las concentraciones en plasma encontradas excedían el umbral establecido por la FDA para este tipo de productos, que es de 0,5 ng/ml (nanogramos por mililitro), aunque se señala la necesidad de estudios adicionales para determinar la importancia clínica de estos hallazgos. No obstante, y como asegura el propio trabajo, «estos resultados no indican que las personas deban abstenerse del uso de protector solar».

En el ensayo se emplearon cuatro tipos de formulaciones –dos esprays, una loción y una crema– y analizaron sus ingredientes activos: avobenzona, oxibenzona, octocrileno y ecamsule, que se aplicaron aleatoriamente 24 voluntarios (aunque uno tuvo que dejarlo el día dos por milia) en tres cuartas partes del cuerpo en condiciones de uso máximo, esto es, cuatro veces al día durante cuatro días, dos miligramos por centímetro cuadrado.

«El estudio está bien diseñado y realizado, puesto que los participantes son sometidos a la aplicación de diferentes productos fotoprotectores de forma sistemática durante cuatro días en la superficie corporal que no se encuentra cubierta por el traje de baño, cuatro veces al día (cada dos horas) y con la cantidad que se debe aplicar por superficie que indican los protocolos», asegura Santiago Vidal Asensi, dermatólogo del Grupo de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Existen diferente tipos de filtros solares. Todos ellos previenen el daño a la piel provocado por el sol al reflejar, absorber y/o dispersar la radiación ultravioleta (UV). Según su naturaleza se clasifican en orgánicos –como avobenzona u oxibenzona, que protegen frente a los rayos A (UVA); el octocrileno, que hace lo propio con los B (UVB); o ecamsule, que protege frente a ambos– e inorgánicos, como son el óxido de zinc o el dióxido de titanio.

Regulados como productos de venta libre, la cuestión es que, aunque se usan ampliamente, poco se sabe sobre la exposición sistémica para la mayoría de los ingredientes activos. Por ello es importante comprender el alcance de esta exposición, ya que incluso un bajo porcentaje de absorción sistémica podría ser significativa.

Las concentraciones plasmáticas máximas medias de la avobenzona fueron 4,0 ng/ml; la oxibenzona las tuvo superiores a 20 ng /ml en el día siete (si bien llegó a registrar máximas medias de 209,6 ng/ml); en el caso del octocrileno esta cifra fue 2,9 ng/ml; el ecamsule, por su parte, registró una concentración plasmática máxima media de 1,5 ng/ml.

Es decir, los cuatro ingredientes activos de protección solar probados resultaron en exposiciones superiores a los 0,5 ng/ml. establecidos por la FDA como seguros. El problema es que se desconoce el efecto clínico de las concentraciones plasmáticas superiores a esta cantidad lo que requiere más investigación.

En cualquier caso, y como aseguran los doctores Robert Califf y Kanade Shinkai en el editorial que acompañó al estudio en «JAMA», «la demostración de que la absorción sistémica está muy por encima de la directriz de la FDA no significa que estos ingredientes sean inseguros».

La realidad es que, hasta este trabajo, no existían datos de concentración plasmática previos para avobenzona u octocrileno, mientras que el uso de ecamsule resultó en una exposición limitada pero detectable en un estudio realizado bajo lo que hoy se consideraría condiciones de uso submáximo. Actualmente, los numerosos ingredientes activos carecen de datos de evaluación de seguridad no clínicos, incluida la carcinogenicidad.

La pregunta que surge ahora es: ¿qué consecuencias podría tener este hecho sobre la salud? «Los efectos más conocidos y debatidos son su posible acción como disrruptores endocrinos. Básicamente es que podrían interferir con las funciones de las hormonas sexuales. Hay estudios que han determinado la presencia de ciertos componentes de los fotoprotectores en sangre, orina, líquido amniótico y leche materna», señala Vidal Asensi.

No obstante, y como destacan desde la Vocalía de Dermocosmética del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, existe un reglamento, el 1223/2009, sobre productos cosméticos (entre los cuales están incluidas las cremas solares) que los regula a nivel europeo. Desde su creación se han ido introduciendo modificaciones a propósito del uso de las distintas sustancias, la última dada a conocer hace pocos días y que será aplicable a partir del 8 de mayo de 2020, en el que se autoriza para filtros ultravioleta un nuevo componente, el Phenylene Bis-Diphenyltriazine, en productos cosméticos a una concentración máxima del 5%.

En cualquier caso, no hay que olvidar que este estudio no deja de ser un trabajo preliminar y que, hasta que se confirmen los resultados obtenidos y se hagan más investigaciones al respecto, resulta imprescindible no bajar la guardia y mantener la protección frente a los rayos solares.

Como apunta Vidal Asensi , «los dermatólogos solemos insistir en que los fotoprotectores tópicos son la ‘‘guinda”, pero no el pastel. Es decir, lo importante es ponerse a la sombra y, además, llevar la mayor superficie del cuerpo cubierta por ropa, fotoproteccion vestimentaria: gorra, camiseta o polo de tejido con buen tramado y de color oscuro. Son muy útiles las camisetas técnicas, que se ponen además del traje de baño, y con la que podemos realizar actividades al sol mucho más protegidos. Si utilizásemos todas estas medidas las cantidades de fotoprotector que deberíamos emplear para tapar las partes expuestas serían mucho menores que las del estudio (una cuarta parte aproximadamente). También pueden usarse fotoprotectores en los que la composición de sus componentes sea a base de óxido de zinc y dióxido de titanio, considerados seguros».

Además, como recuerda Ángeles Flórez, coordinadora de coordinadores regionales de Euromelanoma España, «la quemadura solar puede ocurrir en cualquier momento del año, aunque lo habitual es que se asocie fotoprotección con verano, playa y piscina. Esto es un error. La exposición solar saludable debe realizarse todo el año. Hay que buscar la sombra y no exponerse en las horas centrales del día, entre las 12 y las 16 horas. Es importante utilizar crema protectora con un factor elevado, más de 30, cada dos horas».

Cada vez hay más residuos en los ecosistemas acuáticos. Además de plásticos, cada día son más los estudios que confirman los efectos negativos de los químicos que componen las cremas solares. Así, por ejemplo, investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Icman-CSIC), han detectado cambios en cuatro especies de microalgas como consecuencia de la influencia de la radiación ultravioleta (UV) en el efecto tóxico de los protectores solares, un hallazgo que debería ayudar a desarrollar productos con compuestos menos perjudiciales para el medio ambiente.

Este proceso, según se describía en el trabajo publicado en la revista «Environment International», se produce cuando el dióxido de titanio, un componente químico empleado con mucha frecuencia en estas cremas, genera peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) cuando está sometido a un régimen lumínico que incluye radiación ultravioleta.

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