Andalucía
Criaturitas
“La sentencia confirma que el melodrama y la pena se utilizaron para construir un mecanismo con el que regar empresas afines al PSOE”
Aquellos seres aparecieron unos tras otros, unidos como las pipas de un melón, untados de manera melosa en la ternura de la tarde frente a la soledad y la pobreza. Era Murillo de nuevo y los pies descalzos bajo miradas lastimosas, era el hambre irredenta de la Andalucía seca, los labios agrietados y los ojos rojos. Talegas de pan abierto en canal, cucharón y paso atrás, qué hambre más mala. El corpus de la pena es grande, llagado como un cristo atado a la columna, chorreones de sangre, sudor, las manos nervudas y crispadas. Al fondo de la escena, en la penumbra del olivar, la ternura de las voces regaba gracia sobre los lastimados, dones caídos del cielo para aliviar el dolor atávico. De una generación a otra, sanaban los padres y los hijos, olvidando el martirio de los siglos de sometimiento, cesaba la injusticia sobre ellos, dejaban de ser eso, «criaturitas», para tener la dignidad de los hombres. Del apocalipsis se pasó a la serenidad de la abundancia, a olvidar el temor del frío, se alcanzó el sosiego, y todos pensaron que aquello era bueno. Se había hecho justicia y llegó la paz al paraíso. La tardía sentencia del caso ERE confirma los peores presagios, que el melodrama y la pena se utilizaron para construir un mecanismo, técnicamente perfecto, con el que regar empresas afines al PSOE y justificarlo ante la sociedad. No hay escapatoria para los responsables y menos para los afines que cierran filas ante unos hechos constatados en más de mil folios contra los que se quiere lanzar el mismo argumento para ocultar lo palmario: calamar, chipirón o sepia, lo mismo da. «Son unas buenas personas», «no tienen un duro», «son unos ‘pobresitos’». «Criaturitas». ¿Recuerdan?
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