Andalucía
Los aviones migratorios
A mi amigo P. le encargó la expansión en China una cadena de supermercados española de, entonces, capital francés. Nada más llegar a Pekín, contactó con el delegado de la matriz gala, un marsellés simpatiquísimo que se convirtió enseguida en su mejor amigo y cicerone por Oriente Lejano, donde llevaba trabajando tres lustros. Durante todos sus años de relación, sólo le puso una pega: «Me han ordenado que no te dé ni un número de teléfono de nadie que pueda ayudarte en el trabajo». Los dueños de la compañía, de las dos compañías, entendían que como mejor funcionarían ambas era en régimen de estricta competencia entre ellas. (…) Antes que ninguna otra cosa, el turismo es una actividad económica regida por los principios de Don Dinero, poderoso caballero tan cobarde como despiadado. La guerra civil larvada en Egipto, la crisis griega o los atentados de Túnez y París han sido terribles desgracias, sí, pero que han disparado los beneficios del sector en Andalucía, donde se observa con preocupación el restablecimiento del orden en los citados destinos. No estamos contentos cuando despanzurran a seis japoneses en el Museo del Bardo ni nos pone tristes que la Gendarmería desarticule a un comando de Daesh, por descontado, aunque ello determine la cuenta de negocios de nuestra única industria competitiva. Eppur si muove, añadiríamos cínicamente. Delta suspenderá la conexión aérea entre Nueva York y Málaga justo a tiempo para que United Airlines inaugure el vuelo directo de la Gran Manzana a Sevilla. Un ayuntamiento (del PP) llora, el otro (del PSOE) ríe y la Consejería de Turismo (de Ciudadanos) –que es la dueña de las dos cadenas de supermercados– engordará sus beneficios con el pique entre ambas ciudades. El bendito capitalismo no es un juego de suma cero, pero lo parece en ocasiones.
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