“Yo no sé otra cosa que dar premios”

La retahíla de números cantados por los niños de San Ildefonso inunda el centro comercial Alcampo de Sevilla. En la planta superior, una nube de reporteros rodea a José María Nogales, botella de cava en mano, el lotero que ha vendido una serie del número 26.590 agraciado con el Gordo del sorteo extraordinario de Navidad. Nogales, exultante, no para de recibir felicitaciones mientras de fondo continúa el trasiego de compras a pesar de ser domingo. “A las cinco abrimos”, comenta a los que ya se interesan por comprar lotería del Niño, atraídos por la suerte de este joven lotero criado en el cercano barrio de Montequinto.

Ha vendido tres décimos premiados a través de la aplicación “Tulotero” y el resto en ventanilla. No conoce quiénes son los agraciados, pero los invita a acudir a la administración 94, la que regenta desde el año 2016, para darles “una copita de Rioja y abrazarnos". Anoche terminó tarde de trabajar y hoy pensaba levantarse tarde, pero su hermana lo ha llamado temprano comunicándole que había dado el Gordo. Ni se lo creía.

El centro comercial Alcampo se sitúa en la Ronda del Tamarguillo, una arteria que conecta seis de los 15 barrios más pobres de España. La estadística se repite año tras año mientras el paro sigue azotando con fuerza en núcleos tan desfavorecidos como el Polígono Sur o Los Pajaritos. “Mi clientela es gente humilde, trabajadora y necesitada”, señala Nogales, quien recuerda el eslogan de la lotería de Navidad: “Lo importante es repartirlo”. “Me alegra mucho que le haya tocado a gente que le haga falta, pero hay que saber administrar el premio para que sea útil”, advierte.

La suerte sonríe a este lotero desde que se hizo cargo del negocio. Abrió la administración a comienzos de 2016 “y en febrero ya estaba dando más de 177.000 euros”. Este año ha dado un premio de la Primitiva de 800.000 euros “y al día siguiente 20.000 euros del Euromillones”. “También muchos premios de la Bonoloto”, dice orgulloso. “Yo no sé otra cosa que dar premios”, asegura mientras abraza a su mujer y los clientes del centro comercial miran de reojo a esta especie de Meca de la suerte.