Andalucía
Mentiras que ahogan
Las explicaciones oficiales sobre el trágico suceso en una piscina de MIjas suenan a peregrinas
La crónica negra de esta Navidad terminará, tal vez, por aclarar qué diantre ocurrió en ese complejo turístico de Mijas donde se ahogaron un pastor evangelista británico, de origen africano, junto a sus hijos de 9 y 16 años. Un señor de 190 centímetros de estatura no pudo salir de una piscina que, en su parte más honda, apenas si superaba los dos metros. La tragedia golpeó a la familia de un clérigo el día de Nochebuena, lo que no deja de constituir un argumento de terrible peso para descreídos, ateos y enemigos de la religión en general. Que cada cual lidie con su espiritualidad, naturalmente, pero que la autoridad competente se apresure a ponerle luz a un suceso que presenta demasiados claroscuros y en el que las explicaciones oficiales suenan a peregrinas, por no decir abracadabrantes. Por ahora, las fútiles conclusiones –tres muertos en una pileta sin corriente ni profundidad debido a su inepcia natatoria– insultan a la inteligencia y, sobre todo, contradicen el testimonio de la esposa y madre de los fallecidos, que asegura que sus familiares eran bañistas frecuentes. Algo ha pasado que no se sabe y el afán, más bien ansia, de todos los implicados por tender un manto de silencio abona la teoría conspiratoria que ya manejan algunos medios ingleses: la connivencia entre el sector hotelero y los poderes públicos para evitar el daño que supondría para la imagen del turismo en la Costa del Sol el descubrimiento de alguna negligencia o fallo mecánico fatal. Tres vidas perdidas merecen una aproximación menos economicista al asunto y, desde luego, una investigación mucho más seria. La fiabilidad de un país también se mide en su capacidad para asumir responsabilidades cuando resultan damnificados súbditos extranjeros. Parece que no hemos aprendido nada del doloroso caso Rivas/Arcuri.
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