Mariló Montero: «María de Maeztu quiso una Residencia de ‘Estudiantas’»

De una comida con amigas surgió «La maestra» (Esfera de los Libros), una novela sobre María de Maeztu, fundadora de la Residencia de Señoritas de Madrid, donde la intelectualidad femenina dio rienda suelta a sus ideas hasta que la Guerra Civil y la dictadura acabaron con ella. Un libro escrito a cuatro manos con la periodista Carmen Gurruchaga en el que Mariló Montero –recién reincorporada a Canal Sur– reivindica una figura pionera y olvidada.

Maeztu se situó ideológicamente «en la extrema derecha y el más ortodoxo catolicismo». ¿Es una reacción al asesinato de su hermano Ramiro? Se declara conservadora cuando parecía todo lo contrario por su vida.

Y lo era, es una de las cosas llamativas. Su vida política estaba vinculada a su hermano, con quien tenía bastantes discusiones. Más que en esa faceta, me centro en lo que es su auténtica obra, la Residencia de Señoritas, que estaba alejada de toda ideología política. Dio un derecho a las mujeres en un tiempo, 1915, en el que estaban al servicio de las peticiones de su marido y del hogar. Una chica que quería estudiar tenía que tener valentía y enfrentarse al padre. Las casas en las que vivían estaban ubicadas en zonas de prostitución y Maeztu les otorgaba un edificio con toda la seguridad y disciplina. Es una historia que nos pone en situación de lo que hubo que luchar entonces y lo que le tenemos que agradecer ahora.

Tras cerrarse en 1939, pasaron cuatro décadas de dictadura que supusieron un retroceso.

Además de que no teníamos poder de decisión, ponerte un pantalón era motivo para encarcelarte; ser lesbiana era una aberración y si era descubierta le quitaban la custodia de sus hijos... Gracias a esa Residencia Clara Campoamor y Victoria Kent pudieron hacer amistad y luchar por el derecho de las mujeres al voto. Pero también María de Maeztu fomentaba mucho los foros de conversación, de conferencias... lo que ahora llamamos un «networking» –como el «club de las Maridas» o el «club Safo», donde había mujeres que reivindicaban su lesbianidad–. Ella no ha tenido tanta luz bibliográfica, pero fomentó que la mujer pudiera ir a la Universidad sin disfrazarse de hombre.

Cuando se les permitía estudiar, se les dirigía hacia profesiones ligadas a cuidados, origen de la brecha salarial actual: los trabajos menos remuneradas son los que suelen hacer las mujeres.

O igual por ser mujeres se les paga menos. Que ellas trabajaran se creía que era cuestión de amor y vocación, y todavía estamos viviendo esa rémora. Hay otra cosa importante: para acceder a la Universidad había que pedirle un permiso al rey. ¿Quién tiene acceso al rey? Todas las barreras que tiraron nos han permitido tener ciertas mejoras, en las que todavía estamos luchando.

La institución de ellos se llamó «de Estudiantes» y la de ellas «de Señoritas», dejando clara la distinción.

María de Maeztu pidió que se llamará Residencia de ‘Estudiantas’, fíjese cómo nos suena ese debate del siglo XXI, que tanto hemos discutido sobre doctor o doctora, diputados y diputadas... Cuando ella heredó el edificio de Fortuny dijo que se lo quedaba para «Residencia de ‘Estudiantas’» y no se lo aprobaron. Entonces, tuvo que poner Residencia de Señoritas.

¿Fue una mínima concesión para hacer lo que quería?

Sí, supongo que tenía tantas luchas por abrir que esa nomenclatura era la guerra en la que menos tendría que desgastarse. A fin de cuentas, de ahí salían mujeres absolutamente formadas, educativa y empresarialmente. La mejor frase del libro es la que dice Juana Whitney, su madre: «El mejor adorno de una mujer es la cultura». Ahí se resume todo lo que hizo en esa obra de su vida que es la Residencia.

¿Cree que este libro contribuirá a que deje de ser una figura olvidada?

Si metes en Google «mujeres que han hecho historia» salen siempre las mismas, como si solamente hubieran existido ellas. Mamen y yo hemos hecho una aportación para dar a conocer con detalle la vida de María de Maeztu. No solo son diez mujeres las que han hecho historia en España, son muchas más.