Andalucía

PORTAVOZA ANDALUZA

La ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, y la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo / Ep
La ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, y la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo / Eplarazon

De repente, a Pedro Sánchez se le pasó la prisa que lo impelió a encajar el debate de investidura el fin de semana de Reyes. Superado el trámite, ya no urge tanto que «el Gobierno empiece a trabajar» y dejó para mediados de mes el nombramiento del gabinete. Esta galbana es un obsequio al periodismo, quizás la compensación por amputar de preguntas sus comparecencias, porque nos permite entregarnos al apasionante juego de las quinielas ministeriales. Las tres vicepresidencias anunciadas amenazaban con diluir a Carmen Calvo en un tótum revolútum capilar entre la independiente Calviño, su prima gallega, y la coleta de Pablo Iglesias. De modo que el presidente parece inclinarse por conceder a la ilustre egabrense la portavocía, cargo que parecía en principio destinado a Chusa Montero. Aunque no tenía acento andaluz por haberse formado en la Complutense, cualquiera de las dos sucedería a Rosa Conde, rondeña recriada en Jaén que sustituyó a Javier Solana en 1988. Fue, junto a Matilde Fernández, la primera ministra socialista –¡seis años tardó Felipe González en animarse!– y protagonizó con la lugarteniente guerrista un feroz debate sobre la conveniencia de las cuotas femeninas, a las que ella se oponía con la firmeza de quien no necesita discriminaciones positivas para abrirse paso. Más de tres decenios después, no hemos avanzado nada. Al contrario, se destacará de Calvo o Montero su sexo más que ningún mérito o capacidad porque su ascenso en la política orgánica e institucional ha estado sólo apoyado en su condición de mujer: démosles un empujoncito porque son incapaces de llegar solas. He aquí el gran negocio del feminismo trincón, la victoria de las matildes sobre las rosas. Sobre todas cuantas prefieren trabajar con los mejores, con independencia de si son «mejoros» o «mejoras».