Andalucía
Frío, lo que toca
Todavía groguis por la paliza endilgada por Greta y sus «gretinos» durante la cumbre contra el cambio climático, no gozamos en su plenitud de esta Navidad bonancible que nos han regalado los meteoros: sol restallante y temperaturas suaves para amainar la melancolía propia de las fechas, ventanas entreabiertas, champán en la nevera media hora antes de almorzar… Al contrario, cada amanecer luminoso parecía una advertencia sobre el inminente apocalipsis y la visión del abrigo perenne en el perchero, de su dueño tal vez olvidado porque se andaba la mar de a gusto en mangas de camisa, era una fantasmagoría anticipadora del Juicio Final. El diciembre templado, en Andalucía, es el mejor paliativo contra la crisis económica que se nos viene encima y ahí quedaron para certificarlo los resultados en el último mes de 2019 del sector turístico, nuestro monocultivo industrial. Siempre parece, en ocasiones así, que jamás volverá a hacer frío y que los ciclos de sequía pasarán de pertinaces a perpetuos, pero resulta que el otoño fue harto lluvioso, pantanos desembalsando e ignorados por los alarmistas, y que este tercer fin de semana de enero ha sido helador, invernal en el pleno sentido del término, con el mar batiéndose con furia sobre las playas que hace un mes aún eran aptas para el baño. ¿Qué conclusiones sacamos? Ninguna en el plano científico, claro, porque es inadmisible que la realidad estropee un relato del miedo tan minuciosamente construido, y alguna en la esfera de lo sociológico: resulta asombrosa la velocidad con la que periclitan hoy las (aparentemente) grandes cuestiones. Hemos padecido justo lo que dicta el calendario, unos días de perros y escopetas. A ver si se acuerdan nuestros pregoneros del fin del mundo cuando apetezca tomarse un heladito mediado el próximo octubre.
✕
Accede a tu cuenta para comentar