Quim Torra

Cuestión de dinero

El presidente catalán, Quim Torra, recibe en el Palau de la Generalitat al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente catalán, Quim Torra, junto al presidente del Gobierno central, Pedro SánchezAlberto EstévezAgencia EFE

Torra, al que ya se le puede llamar el presidente ilegítimo de los catalanes, es fiel heredero de Puigdemont y pone contra las cuerdas a Pedro Sánchez, que se arrodilla con tal de mantener el su sitio. La foto, «esperpéntica», ofrece una lectura más profunda que la que a primera vista dan dos hombres en sana conversión. Porque mientras el independentismo catalán está en situación de abrir botellas de cava ante la claudicación de Madrid, en Andalucía tragamos quina de la buena cuando María Jesús Montero nos ofrece medidas «paliativas» para que nos olvidemos de los 500 millones de euros que nos corresponden del IVA. Un dinero que ha desaparecido, se ha esfumado, y que nos quieren cambiar por flexibilizar el déficit junto con una línea de crédito al 0%. Pero el dinero, contante y sonante, no vuelve a los andaluces como tantas veces reclamó ella y su Gobierno en tiempos de Montoro en Hacienda. Como los novios antiguos, el dinero se lava y se estrena, da igual su procedencia, no entiende de ideologías y fue el protagonista esta semana en el soso Pleno parlamentario, donde Susana Díaz no se ha sumado a las exigencias que antes abanderaba cuando en Madrid gobernaba el PP. Su salida hacia adelante para tratar de mantener el puesto la lleva a situaciones bochornosas que superan la de la lealtad institucional como líder responsable de la oposición parlamentaria andaluza, al tiempo que asume que con Sánchez volvemos a los tiempos de españoles de primera y de segunda. Díaz debería servir de correa transmisora para que el actual Gobierno de la nación tomara en consideración a territorios y dirigentes políticos que apuestan por el constitucionalismo y la estabilidad territorial del país en lugar de defender y abrazar (da rubor decirlo) el modelo de Iceta, persona capaz de echar cuentas y que le salgan hasta diez nacionalidades.