Partidos Políticos
Rojas Marcos: «Si no hubiera existido el PA no habría autonomía de primera»
El histórico político andalucista sostiene que “cuando ahora se le critica a Pedro Sánchez que utilice los votos catalanes para estar en La Moncloa”, hay que recordar que ya lo hicieron “González, Aznar, Zapatero… uno detrás de otro”. Cree que estamos pagando “haber congelado la Transición” y el haber dotado “de mucho poder a los partidos para legitimarlos”
Fue uno de los fundadores del PA, ¿cómo contribuyó ese partido a la autonomía andaluza?
Muy sencillo, si no hubiera existido el Partido Andalucista no habría autonomía de primera, sino la misma que en todas las comunidades salvo Galicia, Euskadi y Cataluña, igual. Gracias al PA, existe la autonomía en Andalucía. Eso no quiere decir que lo hiciera solo, al final la trajimos entre todos, unos de buena gana y otros de mala. Pero, hubo un factor que la hizo posible y fuimos nosotros.
¿Se orquestó una operación para liquidar el partido que frenaron las Juventudes al registrarlo en el Ministerio del Interior para preservar las siglas históricas?
No. El origen del partido está en la casa que era el despacho de mi padre y en la que se celebraron las primeras reuniones en la primavera de 1965. Luego, en el otoño de 2015 , en un congreso, tomó la decisión de disolverse. Ésa es la realidad, ya no existe más el PA.
¿Pero no se intentó llevar la estructura del partido a otra formación?
Es verdad que hubo tentaciones de algunos dirigentes de impedir que se disolviera en un congreso y terminara así su existencia, para negociar la entrada colectiva en otros grupos políticos, pero yo y muchos conmigo lo consideramos una indignidad. El partido desapareció porque no se aceptaban nuestros mensajes, cada vez teníamos menos apoyo, y le presentamos nuestra dimisión al pueblo andaluz. Los partidos tienen que tener dignidad colectiva.
Ex del PA como Pilar González están enrolados ahora en Adelante, ¿usted lo descarta?
Mi militancia política nació en el origen del PA y terminó con él, no mi pensamiento ni mi actitud política. No tendría credibilidad si me dedico a moverme por otras siglas, se entendería mal. Mi militancia fue de 50 años y ahora sigo pensando en política, pero sólo pensando.
El andalucismo tiene en estos momentos muchos admiradores: Adelante, el PSOE e incluso el Gobierno regional…
Es una palabra que se usa, pero no es coherente su utilización con lo que significa. También hay partidos en dictaduras que se ponen el nombre de democráticos sin serlo. Ser andalucista significa ejercer de andaluces políticamente, sentir que la patria propia no es España, sino Andalucía, ese colectivo en el que enmarcamos nuestra convivencia y que pretendemos que tenga poder político; lo otro no. Para el PSOE o Podemos la patria es España, y hacen muy bien, pero no tienen credibilidad para llamarse andalucistas.
Pero el nacionalismo nos has traído a la situación en la que estamos con Cataluña…
No tiene nada que ver. El andalucismo de Blas Infante no fue separatista, tenía un lema que era un canto a la identificación de Andalucía con un pueblo concreto, una historia, una cultura. El andalucismo nuestro que surge espontáneamente en pleno régimen franquista, tampoco. Los andalucistas no queremos romper España. Creo que la historia va por caminos de ir uniendo, no separando.
¿Qué opina del conflicto catalán?
La cuestión catalana tiene raíces históricas antiguas. Basta con leer los debates de la República en el Congreso de los Diputados para darse cuenta de la potencia que tenía como problema y las perspectivas de unos y otros. Y hoy es el resultado de dos cosas: el poder catalán y la falta del andaluz. Cataluña tiene mucha conciencia de pueblo y eso les ha permitido formar con facilidad una voluntad colectiva para conquistar poder históricamente, con Franco y desde el principio de la Transición. Y luego está que si hubiera poder andaluz, el catalán no sería tan fuerte, porque no podría tirar del Estado como lo hace. Tendríamos que sentarnos a hablar y eso sería sano tanto para nosotros como para ellos.
¿No hemos sabido afrontarlo?
Todos los gobiernos de la democracia, de derechas o de izquierdas, se han aprovechado de los votos catalanes en el Congreso. Suárez no habría llegado a dónde llegó durante el tiempo que lo hizo sin los votos independentistas. En aquella época solo Esquerra se definía como tal, pero el partido de Pujol estaba camuflado. El poder catalán ha sido alimentado por los partidos estatales que querían llegar o mantenerse en La Moncloa y estaban dispuestos a darle a Cataluña a manos llenas. Cuando ahora se le critica a Pedro Sánchez que está utilizando los votos catalanes para estar en La Moncloa, hay que recordar que lo hizo Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero… uno detrás de otro. Que se hicieran fuertes y un día se saltaran con descaro la legalidad, la Constitución, es una consecuencia de la debilidad del poder central que no se cura con palo y tente tieso.
Y llegados a este punto, ¿cuál sería la solución?
Me parece bien la actitud del PSOE del diálogo, pero me preocupa la negociación. Diálogo no significada dar, sino escuchar y hablar. Estará el Estado y la Generalidad, pero resulta que el Ejecutivo catalán tendrá una quinta columna en la mesa en el lado español y hacer una negociación en la que una de las partes está doblemente presente, me inspira miedo.
¿Qué papel debe desempeñar Andalucía en el debate territorial?
Lo primero que tiene que hacer es definirse. Si Andalucía quiere seguir sin tener personalidad política propia, porque cultural, histórica, geográfica… tiene; pues hará seguidismo de los partidos estatales. Pero si optara por tener una personalidad política potente, sería otra cosa. En definitiva tiene dos opciones: alinearse con los partidos estatales y se tendrá que avenir a lo que en Madrid se negocie con Cataluña, o tener poder andaluz y decir ‘de lo mío qué’.
¿Para eso hace falta que surja un nuevo actor andalucista heredero del PA?
Evidente. Ahora mismo el debate en Andalucía es entre un Gobierno andaluz ubicado a la derecha y que son un delegación estatal y el PSOE que representa al Estado español. El pueblo andaluz ha sido libre y se ha entregado durante 40 años al PSOE y ahora a la derecha con un elemento nuevo que es la nueva derecha.
¿Qué piensa de Vox?
Tiene derecho a existir mientras acepte las reglas democráticas, aunque no comparto sus actitudes políticas. Me alegré de que el PSOE saliera de la Junta porque para ningún pueblo es sano que un mismo partido gobierne 40 años, ni siquiera para ese partido. Pero lamenté que apareciera una fuerza más a la derecha que la derecha porque no se puede olvidar que es la madre de la dictadura de Franco.
Estaba delante cuando se dieron la mano Santiago Carrillo y Manuel Fraga, ¿necesitamos una segunda Transición?
La primera fue posible porque había dos fuerzas con una enorme potencia histórica, una el Régimen de Franco, que tenía el poder real, y otra la oposición democrática, que tenía el apoyo de la ciudadanía que quería ir hacia una democracia, la fuerza moral. En la segunda se debatió y se optó por la reforma en vez de por la ruptura y por la otra parte no tuvieron más remedio que negociar para no ver su tiempo acabado. Al darse la mano Carrillo y Fraga hicieron un pacto de sangre. Se acordó con mucho rigor y con gran sacrificio, pero no hemos sabido salir de aquello y ahora no cabe una segunda Transición, sino ajustar. Se está pagando haber congelado la Transición y el que se dotó de mucho poder a los partidos para legitimarlos. Los partidos y sus líderes han abusado de él y no ha habido la plena democracia que debía haber existido.
Usted fue líder de un partido durante muchos años…
Sí y me siento responsable porque también caí en ese error, es muy difícil no hacerlo. Aunque no he sido tan osado como Alfonso Guerra cuando dijo aquello de «el que se mueva no sale en la foto», eso ya es hacer lo que todos hicimos, pero con descaro. Cuando ahora lo veo dándole palos a su líder me digo: pues te ha salvado que no se parezca a ti. Otra frase suya que también ha marcado es la de «Montesquieu ha muerto». Hay quejas sobre que no hay la separación de poderes que debiera y es cierto, no la hay.
En corto
Alejandro Rojas-Marcos (Sevilla, 1940) mira adelante desde la conciencia de los aciertos y los errores en su carrera política. Mantiene una curiosidad reflexiva y anima a los andaluces a que se fijen en «la cara oculta» de las cosas. También del 28F, aunque en este caso, más bien, «la ocultada». «Se perdió jurídicamente, se ganó políticamente por la movilización, pero se perdió porque tres meses antes hubo gente que traicionó a la autonomía», dice. Sostiene que el 28 de diciembre antes «el PSOE y UCD acordaron unas condiciones imposibles para el referéndum», pero el PA ,«en un pacto con Suárez», logró que «se liberara la autonomía» en septiembre. «Utilizamos la vía del artículo 144, pero cuando se hizo el papel, Alfonso Guerra dijo que si se ponía el número no firmaba, Suárez me preguntó qué hacíamos y le respondí que para adelante. Estaba en juego la autonomía».
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