Cultura

La «maestría» de Martínez Montañés, legado del barroco

El Archivo Provincial de Sevilla muestra documentos históricos del papel del imaginero como guía de escultores

Miguel Ángel Araúz, entre otros, en la exposición
Miguel Ángel Araúz, entre otros, en la exposiciónlarazon

El director general de Patrimonio Histórico y Documental, Miguel Ángel Araúz; acompañado por la delegada territorial de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta en Sevilla, Susana Cayuelas; y la directora del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, Amparo Alonso, inauguraron el Archivo Histórico Provincial de Sevilla la exposición «Martínez Montañés: Maestría», que se enmarca en las actividades conmemorativas del escultor Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, 1568 - Sevilla, 1649).

En esta ocasión, el Archivo Histórico Provincial ofrece una selección de documentos procedentes del fondo de Protocolos Notariales de Sevilla. En ellos se pone de manifiesto la importancia del taller de Martínez Montañés como escuela de otros grandes escultores barrocos, tales como Juan de Mesa, Alonso de Albarrán o Francisco de Villegas). Araúz destacó la relevancia de los documentos expuestos para comprender un aspecto, a menudo olvidado, de la figura de Martínez Montañés: su actividad como «Maestro» en el contexto de la organización gremial propia del siglo XVII. La relación de Maestría entre el Martínez Montañés y sus discípulos se formalizaba a través de diversos documentos jurídicos tales como el contrato de aprendizaje de Juan de Mesa, de 7 de noviembre de 1607. En virtud de estos contratos, el aprendiz se obligaba a asistir diariamente al taller; servir fielmente al maestro y realizar los encargos «lícitos y onestos» que éste le hiciere. El maestro, por su parte, se obligaba a enseñarle lo relativo al arte y oficio que estuviera aprendiendo, hospedarlo, vestirlo y atender sus necesidades. Otro interesante ejemplo de la función de Maestro ejercida por Martínez Montañés son las Cartas de Obligación de 1611 y 1614 que ponen de manifiesto la turbulenta relación que mantuvo con su discípulo Alonso Álvarez de Albarrán, quien tras abandonar el taller si permiso, debió indemnizar a su maestro con 300 ducados para conseguir su puesta en libertad y el reingreso en la profesión. Años más tarde ejecutaría obras de imponderable valor como la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad.