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La huida de un Erasmus gaditano desde Italia: «Me siento en una película»

Un alumno de la Universidad de Cádiz cuenta los impedimentos y dificultades que encontró para volver a España tras decretarse el estado de excepción en el país

El estudiante de Erasmus Roberto Márquez en Cinque Terre
El estudiante de Erasmus Roberto Márquez en Cinque Terrelarazon

Llama desde el aeropuerto de la ciudad francesa de Niza. Durante estas tres semanas su futuro ha cambiado tanto que se ha convertido en un experto sobre cómo actuar en situaciones de incertidumbre y en despedidas amargas. Lo que comenzó con bromas cuando el Gobierno italiano determinó cancelar el Carnaval de Venecia le ha llevado a él y a sus compañeros Erasmus a verse obligados a huir del país. Se llama Roberto Márquez y está en cuarto curso del grado en Ciencias del Mar impartido por la Universidad de Cádiz. Se encontraba viviendo la «Experiencia Erasmus» en la ciudad liguriana de Génova desde septiembre.

«Cuando llegue a mi cuarto y me encierre en cuarentena empezaré a llorar», afirma. Mientras tanto, lo de exprimir el final de su Erasmus, Roberto lo ha llevado a rajatabla. Aunque no imaginaba que sería en cuestión de días, reconoce que aún no es «consciente de la situación» y nos cuenta en una entrevista a LA RAZÓN cómo han sido los últimos días en la ciudad italiana, las dificultades para volver, y la experiencia de un joven que estaba viviendo «su año» a 1.965 kilómetros de su familia. Recuerda que la primera noticia que leyó sobre el virus fue a mediados de enero y semanas después aparecieron los primeros casos de personas con coronavirus en Italia. Cuando pusieron algunas zonas en cuarentena, Roberto y sus compañeros le quitaban peso. En Luguria, la provincia a la que pertenece Génova, «hay pocos casos», curiosamente, estando próxima a Lombardía. «Aquí no pasa nada», se repetían unos a otros. Pero, al poner en cuarentena el país y ver las medidas policiales en sus «carnes» decidieron que urgía irse de allí. Durante una de sus últimas salidas por el puerto de Génova, una zona de ocio en la ciudad, furgones militares y de los «carabinieri» llegaron gritando: «¡Dispersadse!», hasta llegar a perseguirles. «Ya era algo serio», reconoce Roberto que, un día después recibió un comunicado de los coordinadores del intercambio académico, advirtiendo de que infringir las normas temporales del estado de emergencia podría acarrear multas de hasta 206 euros y penas de hasta tres meses de cárcel.

Como si de Matt Damon en el «Caso Bourne» se tratase, Roberto no lo tuvo nada fácil para poder volver a España atendiendo a un factor clave: el tiempo. Ni autobuses ni aviones, la única alternativa corría a cargo de la red ferroviaria italiana. La gravedad estaba haciendo su trabajo sobre el reloj de arena del cierre de fronteras, mientras caían sus últimos granos. El martes de esta semana, Roberto pensó que el plan definitivo sería coger un tren hasta Ventimiglia, último pueblo de Italia cercano a la frontera con Francia, y de ahí hacer transbordo hacia Niza. Sin embargo, tras llamar a la embajada española en Italia, el tiempo parecía correr el «sprint» final. «Si yo fuera tú me iba ya», le dijeron desde la embajada. «Y eso hice. Colgué y me puse a hacer la maleta de todo un año en hora y media», cuenta Roberto, quien, entre risas, recordaba sus pensamientos en ese momento: «Yo estaba en plan, ¿qué narices está pasando? Me siento en una película». Con el corazón en un puño, el joven estudiante amante del mar y las emociones fuertes, se subió al tren rumbo a Ventimiglia sin comprar el billete de ese día y por unas horas, consiguió llegar al país galo: «Hasta que pasas la frontera no sabes si te la van a cerrar».

“Colgué y me puse a hacer la maleta de todo un año en hora y media. Yo estaba en plan, ¿qué narices está pasando?”

Veinte minutos antes de despegar desde el aeropuerto nizardo rumbo Lisboa para regresar a Rota, su localidad natal, aplaude la gestión de la crisis sanitaria y la comunicación con los alumnos extranjeros por parte de la universidad genovesa que estuvo pendiente de los Erasmus «día a día». Aunque Roberto dice encontrarse «perfectamente», entiende que sería una «irresponsabilidad» no hacer cuarentena a su llegada a Rota y objeta que seguirá dando las clases italianas a través de una plataforma «on line». A pesar de todo, su espíritu trotamundos no le deja pensar más que en volver a Génova para acabar el curso que empezó, aunque reconoce con tono nostálgico que «hay que ser realista, la cosa está bien chunga, pero el sentimiento entre mis colegas es de volver cuando la situación mejore».

La gente en Génova, durante la crisis sanitaria. EFE/EPA/LUCA ZENNARO
La gente en Génova, durante la crisis sanitaria. EFE/EPA/LUCA ZENNAROLUCA ZENNAROEFE