Coronavirus
Mujeres de Sanlúcar cosen mascarillas gratis para que los agricultores puedan seguir a pie de campo
La Cooperativa Agraria Virgen del Rocío prendió la mecha de un movimiento solidario que no para de crecer en el municipio gaditano
Encarnan la supervivencia y no han parado por el coronavirus. El campo no cierra para que la población encuentre lo que busca en los estantes de los supermercados y pueda seguir alimentándose, pese al temor de quienes no cuentan con todas las medidas de protección que les gustaría. En ese complejo marco, la Cooperativa Agraria Virgen del Rocío de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, encargó a una costurera el pasado sábado 14 de marzo que les fabricara mascarillas con materiales que le iban a aportar, ante la imposibilidad de comprarlas en los canales habituales debido a su escasez. Lo que no sabían sus integrantes es que ese pedido iba a ser el germen de un movimiento solidario que no para de crecer, mientras se recogen sin descanso zanahorias o calabacines.
El gerente de la cooperativa, David Arias, explica a LA RAZÓN, que tras conocerse su demanda, “mujeres de los propios agricultores y de varias asociaciones”, primero, y del municipio en general, después, de barrios como los Llanos, Bonanza, o la Colonia de Monte Algaida; “empezaron a coser mascarillas gratis”.
Tuvieron que contactar con el ayuntamiento al haberse decretado el Estado de alarma en el país para trasladarle que "necesitaban elementos para elaborarlas”, pero que no pretendían que “nadie tuviera problemas por abrir su negocio”. Finalmente fue la Policía Local la que “acabó recogiendo telas y elásticos” en varios establecimientos de la localidad para la confección de las ansiadas mascarillas. Y desde entonces las demandas de éstas no dejan de aumentar.
Ya no sólo las reclaman los alrededor de 500 trabajadores con los que cuenta la Cooperativa Agraria Virgen del Rocío, entre los que realizan labores agrícolas en el campo y los vinculados a las de almacén y centros de manipulación de alimentos. “Se han sumado más cooperativas de la zona, empresas, e incluso los Bomberos, el Hospital Virgen del Camino y residencias de ancianos”, relata Arias. En la cadena solidaria “ya participa casi todo el pueblo, gente con máquinas y sin ellas que hacen todo lo que pueden”, asevera.
Gracias a esta iniciativa se ha podido aumentar la seguridad de personas que “trabajan duro y con mucho miedo, aportando su granito de arena para que toda la sociedad pueda comer” en tiempos de pandemia, resumen desde la entidad. El gerente admite que preocupa que “la cooperativa pueda parar su actividad porque es el pulmón de la Colonia, de más de 500 familias” y que “hay muchos agricultores asustados”. Pero no han permitido que el terror los paralice.
De hecho, al margen del uso obligatorio de las mascarillas y de guantes, han establecido otras normas de seguridad. Se han fijado turnos para entrar, salir y hacer los descansos habituales de forma ordenada, se mantiene la distancia de seguridad de un metro entre los trabajadores. Éstos, a los que se les controla la temperatura, tampoco pueden saltarse la desinfección de manos, para lo que se han colocado geles en las instalaciones, y al final del día “se desinfectan todos los locales por dentro”. A partir de esta semana, a lo expuesto se añadirá también una limpieza de las naves “por fuera” y se dispondrá de “alfombras con líquido desinfectante" para que los contagios no puedan llegar tampoco desde el exterior. Se ha limitado el acceso al área donde se desarrolla “la subasta” de los productos y “a la frutería”. Saben lo que hay en juego y no quieren que la niebla espesa del Covid-19 invada su modo de vida. Seguirán a pie de terreno, gracias a la solidaridad de las vecinas.
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