Coronavirus

Los guardias civiles lamentan que se les haya “expuesto” al coronavirus por “descontrol”

Critican que se haya actuado sólo a golpe de reclamaciones de las asociaciones profesionales, mientras su número de contagiados doblaba al de la Policía Nacional

Los guardias civiles han sumado a su actividad habitual contra el narcotráfico, por ejemplo, las tareas que les han asignado en el Estado de alarma causado por el Covid-19
Los guardias civiles han sumado a su actividad habitual contra el narcotráfico, por ejemplo, las tareas que les han asignado en el Estado de alarma causado por el Covid-19larazon

Son para muchos la encarnación de la seguridad y ahora los garantes de la cuarentena. Pero han tenido sensación de “desamparo”, de “caos” y de “incertidumbre” en la pandemia provocada por el Covid-19. Varios guardias civiles de distintos puntos de Andalucía trasladan a LA RAZÓN que la “escasez” de material-escudo para desarrollar su actividad “ha sido” una realidad generalizada al principio de la crisis y “lo es” aún en “algunos sitios” de la comunidad, “por mucho que el ministro Grande-Marlaska -Fernando, el titular de Interior- se empeñe en decir que tenemos EPI -equipos de protección individual- y de todo lo que necesitamos”.

Ese agujero en los medios se ha rellenado en ocasiones con donaciones “de vecinos o familiares”, o con el que ya contaban antes de que el coronavirus irrumpiera en sus vidas. “Hemos echado mano de los guantes que guardábamos por el tema de inmigración, por ejemplo”, apunta uno de los agentes consultados. Y en cuanto a los elementos “regalados”, a los que aludían, precisan que se han centralizado en las comandancias, dado que es el Ministerio de Sanidad el "que tiene que decidir los criterios de reparto”. Por ello, a menudo los han atesorado, pero “no utilizado”.

A la petición de material, suman otra queja: “La falta de información ha sido tremenda”. Critican que “no haya llegado por conducto reglamentario” ni siquiera “al que han llamado procedimiento de actuación para prevención de riesgos laborales frente al Covid-19”, por lo que “los guardias con patologías previas” no han sabido, dicen, "cómo actuar”. Aseguran que a algunos puestos “sólo les han enviado unas recomendaciones de higiene” y que hay donde “las patrullas no están todas a la vez en la calle”, se fumigan las instalaciones en las que operan “cada tres días”, o “se limpian los vehículos”, gracias a sus demandas, casi siempre expuestas “por escrito”.

Desvelan que han sido las asociaciones profesionales las que les han comunicado “las actualizaciones del BOE -Boletín Oficial del Estado-" que les "afectaban”, entre “otras muchas cosas”, mientras desde arriba “miraban para otro lado”. El representante de una de ellas, lo confirma. José Encinas, secretario provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Cádiz, ratifica que desde esa entidad han reclamado “transparencia”. Echa la vista atrás para recordar que, de entrada, “no se reconoció a los Cuerpos de Seguridad del Estado como personal de riesgo”, pese a que están “en primera línea” junto a los sanitarios, con lo que pasaron “a un segundo plano a la hora de la realización de test” para detectar la enfermedad.

Admite que “ha habido un descontrol importante dentro de la Guardia Civil” provocado, en parte, por que se ha avanzado a medida que las asociaciones como la suya exigían “protocolos o procedimientos” con los que guiarse en caso de dar positivo por Covid-19 o de presentar síntomas. “Han actuado a base de requerimientos nuestros”, repite, y “todavía hay compañeros que no tienen claro qué hacer”. Algunos de ellos dan señales de estar saturados.

Encinas certifica que “los medios son escasos”, aunque son conscientes de que “sucede lo mismo” en otros colectivos que también trabajan a destajo estos días contra el coronavirus. A su juicio, casi ha sido “peor” la “falta de planificación” que ha dejado a los guardias civiles “expuestos”. Explica que mientras el Instituto Armado “tiene en la calle patrullando a todo el personal disponible”, la Policía Nacional “ha decidido hacer grupos estancos y rotaciones”. Traducido: “Hay muchos más guardias civiles contagiados y fallecidos que policías, porque la exposición ha sido mayor”.

En concreto, según datos de AUGC y a fecha del pasado 14 de abril, el número de trabajadores de la Benemérita contagiados era de “1.483”, lo que supone casi el doble de los 751 policías nacionales infectados en España. Y ello, cuando el cómputo total es de 78.000 frente a 67.000, respectivamente. En cuanto a los fallecidos, mientras el Instituto Armado contabilizaba siete hasta ese momento, la Policía Nacional registraba cuatro. Cifras igual de negras en cualquier caso, pero no idénticas. Apuntan reproches.

El narcotráfico no entiende de virus

En ese contexto pandémico, los agentes tienen que compaginar lo extraordinario con su actividad habitual. El representante de AUGC mantiene que “ahora la prioridad es controlar el confinamiento, el que la población se mueva lo menos posible y de forma justificada”. “Lo que no quiere decir”, pega, “que se deje de prestar otro tipo de servicios”. Se intenta no abandonar nada, pero parece obvio que “si se destina el grueso de la plantilla a la seguridad ciudadana, por el tema del Covid-19”, se le preste menos atención a materias como “la lucha contra el narcotráfico” en el que se centran “las unidades especializadas”, forjadas en esa pelea, casi en solitario.

El coronavirus no ha impedido, sin embargo, que el litoral andaluz, sobre todo puntos de Cádiz y de la Costa del Sol, en Málaga, siga siendo puerta de entrada de la droga al continente europeo. Lo que sí se han producido son ciertas mutaciones en ese ecosistema vírico delincuencial. “Hemos notado que se están derivando en cierto modo los alijos y los desembarcos hacia la desembocadura del río Guadalquivir, hacia Chiclana, Chipiona o Sanlúcar de Barremeda, donde una patrulla sufrió una fuerte embestida recientemente, de un lado; y hacia Estepona o Sabinillas, de otro”.

El área gaditana, en especial la del Campo de Gibraltar “está bien controlado”, anota, por lo que ese tráfico enraizado “se ha deslocalizado” de ese punto, para extenderse por otros. El negocio de la droga no entiende de confinamientos.