Andalucía

El acusado de matar a su hijo de ocho años para dañar a su mujer reconoce los hechos

El asesino, que se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable, sometió a su pareja a episodios de violencia de género desde que contrajeron matrimonio

Audiencia Provincial de Almería
Audiencia Provincial de AlmeríalarazonEUROPA PRESS

El hombre acusado de asesinar a su hijo de ocho años para causar daño a su mujer ha reconocido ante el jurado popular los hechos de los que le acusa la Fiscalía y ha admitido que le dio muerte dándole un corte en el cuello por la espalda.

En la primera sesión de la vista oral, I.M., quien se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable, ha respondido con un escueto “sí” cuando el fiscal le ha preguntado, tras lo que no se han formulado más preguntas ni por parte del Ministerio Público, ni de la acusación particular o defensa y se ha dado por concluido el interrogatorio.

La admisión expresa tanto del asesinato del pequeño como de los delitos de violencia de género sobre su mujer ha llegado después de que la defensa y la acusación particular hayan alcanzado un principio de acuerdo por el que la segunda retiraría dos de los delitos que le imputa al margen de los recogidos en la calificación del fiscal.

A la espera de conocer cómo iba a responder el procesado, las distintas partes han intervenido para exponer sus escritos y, en esta fase, la abogada de I.M. ha trasladado al jurado popular que su patrocinado “está diagnosticado de diferentes patologías psiquiátricas” y ha destacado que, desde un primero momento, “confesó el crimen”.

“Él no ha negado los hechos, pero tampoco los planeó. Ese día se levantó así y una vez más escuchó voces que le decían: mátalo, mátalo, y lo hizo”, ha dicho para añadir que dos años antes estuvo en tratamiento “por la Seguridad Social por un trastorno psicótico de la personalidad”.

Por su parte, la acusación particular ha remarcado que I.M. cometió “un asesinato atroz” cuando su esposa y madre del menor “quiso terminar con años de dominación” y aludido a la “crueldad extrema” que mostró “con el único objetivo de causar mayor sufrimiento” cuando le enseñó al hijo mayor el cuerpo sin vida de su hermano “diciendo que era culpa de su madre”.

“El hermano, de solo 11 años, llamó a su madre para decirle que no fuera a casa, que también la mataría a ella y está en tratamiento por estrés postraumático con una vida de miedo y pesadillas”, ha dicho para añadir que ella “en años de desprecios, humillaciones, machismo y sometimiento jamás pudo imaginar que sería capaz de hacerle daño a su hijo”.

La vista oral con tribunal de jurado contra I.M., el hombre acusado de asesinar a su hijo menor de ocho años en abril de 2019 en El Ejido (Almería), arranca este miércoles en la Audiencia Provincial en siete sesiones que está previsto concluyan el día 19 con la entrega del objeto de veredicto.

I.M., al margen de la pena de prisión permanente revisable, se enfrenta a una pena de 13 años de cárcel como presunto autor de un delito de maltrato habitual en el ámbito de la violencia de género contra su mujer.

El Ministerio Público interesa, además, que se le impongan otros dos años de prisión por sendos delitos de lesiones psíquicas derivados del comportamiento que mostró tras el crimen tanto hacia su esposa como hacia su hijo mayor, al que exhibió el cadáver.

Los hechos tuvieron lugar el 20 de abril del pasado año, entre las 15,00 y las 15,15 horas, cuando el hombre estaba solo en la vivienda con sus dos hijos ya que su mujer había salido a trabajar a los invernaderos y su cuñado, que vivía con ellos, había ido a dar un paseo.

El fiscal explica el plan bajo el que el acusado habría actuado con la “firme intención” de dar “una muerte cierta” a su hijo menor, para lo que pidió al hermano de la víctima, de once años, que les “dejase a solas”.

Así, de acuerdo con el escrito, el hombre pidió al pequeño de ocho años que le acompañase al sótano de la casa, del que “solo se puede salir subiendo unas escaleras hacia la vivienda”, mientras que “llevaba escondido un cuchillo”.

Una vez a solas en la habitación, donde el menor se encontraba “confiado al estar con su padre y sin posibilidad de huida”, el hombre habría sacado “sorpresivamente” el cuchillo con el que, de forma “intencionada”, le habría realizado un corte desde atrás, de modo que el pequeño no tuviera posibilidad alguna de repeler la agresión, según el documento.

La Fiscalía expone en un duro relato de los hechos la “gran desproporción de fuerzas entre la víctima y el agresor”, del que el menor habría tratado de “soltarse” aunque sin conseguirlo, por lo que falleció por la pérdida de sangre entre las 15,15 y las 15,30 horas.

El escrito de acusación incide además en la actuación posterior del presunto asesino con respecto a su mujer, a la que habría llamado por teléfono para confesar los hechos, y con respecto a su otro hijo, al que “condujo al lugar del crimen”, le mostró el cuerpo y le dijo que “lo había matado porque su madre tenía un amante” al tiempo que le aseguró que a él no lo iba a matar.

Para el Ministerio Público, el acusado actuó sabedor de que la visión del cuerpo del menor iba a producir en su hermano “un profundo desgarro emocional y psíquico” dada su “cruel e inhumana forma de actuar” que ha creado lesiones psíquicas en él por las que aún se encuentra bajo tratamiento.

“Guiado por el mismo ánimo de causar un daño psíquico”, el acusado llamó a su mujer y le contó lo que había hecho, por lo que acudió rápidamente al domicilio.

Al llegar a la vivienda, el acusado “persistiendo en su intención de producirle una lesión psíquica”, la culpó de la muerte del menor “por no querer irse a Rumanía con él”, de forma que ahora podía “quedarse con su amante porque él iba a la cárcel”.

La Fiscalía sostiene que, en los años previos al día del crimen y, en concreto, desde que la pareja contrajo matrimonio en octubre de 2006, tuvieron lugar diferentes episodios de violencia de género, ya que el acusado “sometió progresivamente a su esposa a un control cada vez mayor, obsesionado con que tenía un amante”.

Según la calificación del Ministerio Público, el presunto maltratador la llamaba “reiteradamente por teléfono para saber qué hacía cuando no estaba junto a él”, le miraba el teléfono y controlaba varios aspectos de su vida, como sus salidas, sus gastos o cómo vestía, hasta el punto que la mujer renunció a salir sola de casa para no tener más discusiones con él, según la acusación.

El Ministerio Público recoge además un episodio concreto en el que el hombre habría agredido a la mujer y le habría fracturado un hueso del antebrazo, lo que se sumó a la situación de “menoscabo psíquico y psicológico” de la víctima, que presenta síntomas compatibles con el trastorno por estrés postraumático.