Especiales

Juanma Moreno

Juanma Moreno y «la disyuntiva Vox» tras el discurso de Casado y la Covid-19

El presidente andaluz, ante la pandemia y tras la defensa del centro del PP, puede limitar la influencia del apoyo del partido de Abascal

El presidente andaluz a su llegada a la reunión del Comité Director de Alertas Palacio de San Telmo, el pasado miércoles
El presidente andaluz a su llegada a la reunión del Comité Director de Alertas Palacio de San Telmo, el pasado miércolesJUNTA ANDALUCÍAEFE

El 2 de diciembre de 2018 el desgaste de casi cuatro décadas de gobiernos socialistas en Andalucía, la merma de los servicios públicos durante la crisis del ladrillo y los casos de corrupción que desembocaron en la punta de icerberg de los ERE propiciaron la tormenta, o carambola, perfecta para que Juanma Moreno se convirtiera en presidente de la Junta. A ello se unía la desconexión de la candidata a la reelección, Susana Díaz, con la calle antes y, sobre todo, durante y después de la guerra fratricida con Pedro Sánchez en la que fue derrotada y retratada.

El político centrado y centrista que evocaba a Suárez e, incluso, a Felipe González durante la campaña precisó, además de un pacto con Cs, entonces fuerza emergente, de la mochila de la derecha extrema –«la verdadera», se definían– de Vox. Dos años y dos presupuestos después, el autodenominado «Gobierno del cambio» ha ido salvando las exigencias del partido de Abascal, algunas coherentes –como la insistencia en acotar la «administración paralela»– y otras extravagantes y tendentes al eco mediático –el pin parental, el teléfono de violencia intrafamiliar o pasar el Día de Andalucía a la efeméride de la Toma de Granada–. En el tránsito de la negociación del que puede ser el Presupuesto más importante de la historia de Andalucía, debido a la pandemia, y tras el discurso del líder de PP, Pablo Casado, en la moción de censura a Sánchez, a Moreno se le abre el pórtico de la disyuntiva Vox y la posibilidad de romper con la dependencia parcial del Gobierno andaluz.

«Al PP le falta el valor político necesario para que pueda ser el Gobierno del cambio», señalaba Alejandro Hernández a este diario antes de aprobar las segundas cuentas andaluzas. El tablero dirime ahora si Vox tendrá el «valor» de no apoyar las cuentas contra la «coronacrisis» por cuestiones partidistas o si sigue apoyando al Gobierno andaluz, a pesar de que ya venía diciendo, como en el Debate del Estado de la Comunidad, que no está conforme con la gestión y ve demasiada autocomplacencia. Abascal ya lo avanzó en el estrado frente a Casado: «Me gustaría de verdad que alguna vez ustedes dijesen gracias por haber facilitado los gobiernos de Andalucía, Murcia y Madrid a cambio de cero cargos. Si yo fuera como usted ha demostrado aquí, ustedes dejarían de gobernar mañana mismo. Pero pueden tener tranquilidad respecto a la responsabilidad histórica de Vox en estos momentos».

Moreno, antes del «efecto Casado», ya solicitó a todos los grupos su apoyo para aprobar las cuentas. El Gobierno de PP y Cs, a diferencia de la rutina de los rodillos socialistas, sí viene aceptando muchas de las propuestas del resto de grupos para los Presupuestos, incluido Adelante Andalucía. Ante la actual situación de enfrentamiento latente entre PP y Vox, el PSOE se ha ofrecido directamente a negociar las cuentas y Adelante Andalucía apeló a la «geometría variable» del Parlamento, esto es, apoyar también los números que presente Juan Bravo aunque buscando la fórmula para que no se note. Todos los grupos se encuentran ante la gran cuestión para el electorado: ¿en la actual situación sanitaria, social y económica se puede apelar al partidismo para no aprobar la norma básica para el discurrir de un mandato? La otra cara de los ofrecimientos radica en la situación de debilidad de los partidos de izquierda en Andalucía, ambos sumidos en luchas internas y sin liderazgo. El ofrecimiento de Susana Díaz, la «voluntad de diálogo» del PSOE para que Andalucía no esté «a expensas de caprichos» de Vox, al mismo tiempo, es un salvoconducto para ganar tiempo de cara a la sucesión en liza y a unas elecciones autonómicas. Adelante, directamente, está inmerso en el eterno proceso trotskista de muñeca rusa que marca su destino y su historia.

Paradójicamente, el líder en Andalucía del partido que al inicio de la legislatura era más reacio a sentarse con ellos, Juan Marín, es quien desde el Gobierno andaluz está apelando a la responsabilidad de Vox para mantener la estabilidad en Andalucía. La líder nacional, Inés Arrimadas, también ha hecho un llamamiento en esta línea. A Juanma Moreno y Juan Marín se les presentan diversas variables: un nuevo apoyo de Vox con la excusa de no propiciar una mayoría de la izquierda; el apoyo de PSOE y Adelante; de todos; o que se rompan todas las negociaciones y presentar al resto de grupos ante el electorado como los partidos que no aprobaron las cuentas para sacar a Andalucía de la «coronacrisis», limitando en las opciones de conseguir ayudas y obligando a prorrogar las anteriores cuentas y estirar la legislatura o bien, ya que las encuestas le son propicias, convocar nuevas elecciones. A Moreno, que activó la vía Feijóo cuando Casado se hizo la foto de Colón, se le han abierto las puertas de la legislatura. «Usted está ahí por la ultraderecha», ha tenido que oír decenas de veces. La pandemia y el afianzamiento del centrismo de Casado conducen al exorcismo shakespeariano de las palabras que aún resuenan en la Carrera de San Jerónimo: «No somos como usted porque no queremos ser como usted». Azules mueven.