"De ésta, salimos

Vacas para Malasia

“La exportación a lugares más remotos no deja de ser una opción a tener en cuenta”

Las carnicerías del barrio madrileño de Lavapiés exponen con letreros gigantescos su certificación «halal» / Rubén Mondelo
Las carnicerías del barrio madrileño de Lavapiés exponen con letreros gigantescos su certificación «halal» / Rubén Mondelolarazon

La economía asiática ha demostrado la mayor resistencia al impacto económico de la pandemia. China fue la única gran potencia con un crecimiento económico positivo (2,3%) en 2020 pero no ha sido la única economía asiática con números en negro. Vietnam, con unos 100 millones de habitantes, no sólo registró un crecimiento más vigoroso que el de China (2,9%) sino que ninguno de los trimestres del año pasado registró caída en la actividad económica. Sin duda, este país del sureste asiático está llamado a ser una de las economías sobre las que se asiente el nuevo escenario geoeconómico mundial que será, claramente, post occidental.

El sureste asiático de mayoría musulmana también merece atención. Aunque este tipo de datos son imprecisos, en el mundo hay unos 1.800 millones de musulmanes frente a unos 1.000 millones de cristianos. Para los más observadores de su religión, es determinante a la hora de realizar la compra que los productos vengan avalados por la «certificación halal». Este sello garantiza que tanto los componentes de lo que se compra como el proceso de fabricación no infligen la ley musulmana. Para cualquier empresa lograr esta certificación exige un volumen de inversión notable.

Malasia e Indonesia sobresalen como países de mayoría musulmana en esta parte del planeta. En el caso de Malasia, el 70% de su población es musulmana. Hay varias diferencias a resaltar entre ambos países. La primera y más sobresaliente es su población, unos 33 millones de ciudadanos malayos frente a los 267 millones en Indonesia. La segunda diferencia es en términos de poder adquisitivo. Malasia es la tercera economía de la zona en renta per capita. Sus habitantes tienen un conocimiento notable de España y aprecian, por ejemplo, la calidad de los productos agroalimentarios nacionales. El Instituto de Comercio Exterior maneja proyecciones según las cuales en 2025 un ciudadano malayo gastaría anualmente unos 175 euros en carne.

La carne con certificación «halal» es principalmente carne de pollo, bovino, ovino y caprino. La carne de pollo es poco receptiva a su diferenciación por tipos de calidad. Sin embargo, la carne de bovino congelada ofrece a los potenciales consumidores la posibilidad de ser más selectivos en el momento de elegir su procedencia. La exportación de carne «halal» a estos destinos está muy controlada por India (en el caso del bovino) y por Australia (en el caso del ovino y caprino) pero ofrecen posibilidades para los productores españoles. Las exportaciones de España a esta zona apenas representan ahora el 7% del total de nuestras exportaciones.

Si volvemos a Vietnam, país menos musulmán que los anteriores, aquí aparecen posibilidades notables para la exportación de despojos del cerdo. La Unión Europea, desde antes de la aprobación del paquete de ayudas del Next Generation, ya venía apostando por los procesos productivos basados en la economía circular; una forma de concebir la organización industrial orientada a la generación de residuos casi nulos. Uno de los ejemplos más sobresalientes de este tipo de diseños industriales es el del matadero de pavos de Procavi en la localidad de Marchena (Sevilla) propiedad del grupo ElPozo. Otro es la iniciativa de recuperación y reciclaje de nutrientes y conversión del agua residual en productos de valor añadido. Esta iniciativa se desarrolla en el Matadero del Sur en Santiponce (Sevilla), está financiado por el proyecto WATER2RETURN con la participación de la empresa Bioazul.

Un último apunte sobre Vietnam. Este país tiene suscritos tres acuerdos comerciales clave; el TPP (Acuerdo transpacífico de Cooperación Económica), el Asean –clave para China– (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) y el RCEP (Asociación Económica Integral Regional) que es el mayor acuerdo de libre comercio del mundo e incluye a Australia y Nueva Zelanda. Pero, además, Vietnam acaba de firman un acuerdo bilateral con la UE que entró en vigor en agosto de 2020.

Sin perder la perspectiva, esto es, sin dejar de considerar que el principal destino de los productos de las empresas españolas es el mercado nacional primero y el europeo, después, la exportación a lugares más remotos no deja de ser una opción a tener en cuenta. Es una opción muy robusta si se tiene en cuenta que las economías mencionadas van a ser las que soporten la actividad económica mundial durante este siglo y ya veremos si en los siguientes.

Para todo lo anterior, España debe seguir trabajando en la «imagen país» contra la que se afanan parte de sus propios gobernantes cuando cuestionan la calidad de nuestro sistema político. No son los únicos. Hay que recordar que con dinero de todos los españoles y durante años, el secesionismo catalán utilizó dos instituciones muy relevantes en EE UU para denostar la imagen de España. Estas instituciones fueron la Cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad Georgetown y Cátedra King Juan Carlos en la Universidad de Nueva York. Son resultados que no se pueden permitir.