Historia
Una cátedra para la mujer que se hizo pasar por hombre y logró ser la primera infante de marina española
El engaño de Ana María Antonia de Soto y Alhama duró más de cinco años y fue una enfermedad la que desveló la suplantación de identidad
El Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera (Córdoba) ha creado una cátedra para reivindicar la figura de Ana María Antonia de Soto y Alhama, la mujer que se hizo pasar por hombre para ser la primera infante de marina española. La cátedra persigue divulgar la cultura del municipio y poner en valor que “cuando uno tiene metas, cuando se tienen horizontes, no importa lo que haya que hacer para conseguirlos”, según afirma a Efe la alcaldesa de Aguilar de la Frontera, Carmen Flores (IU).
La regidora cree que Ana María de Soto (Aguilar de la Frontera, 1775-Montilla, 1833), “es un ejemplo, como mujer y como profesional” porque “rompió esquemas que no fueron baladíes”, que la hacen “una mujer, en ese tiempo, donde muchos obstáculos para sobresalir, en este terreno totalmente masculino”, un ejemplo de “ese romper barreras en lo que a ella le gustaba”.
La aguilarense, pese a ser mujer, parece ser que desde muy pronto sintió inclinaciones hacia la milicia, por lo que “decidió suplantar su personalidad, hacerse pasar por hombre y enrolarse en la Armada, “con lo que podemos decir que fue la primera mujer, sin duda, en la historia de España, enrolada en este cuerpo del ejército y probablemente una de las primeras del mundo”. Quien así se expresa es el cronista oficial aguilarense, Diego Igeño, miembro de la cátedra, de la que también forman parte como instituciones la Subdelegación de Defensa, la Universidad de Córdoba, la Real Academia de Córdoba.
El engaño duró más de cinco años, hasta que una enfermedad hizo que se desvelase la suplantación en 1798 y fuese licenciada, aunque, lejos de ser sancionada, fue distinguida por su valor por Carlos IV “en atención a las acciones de guerra en que participó, a su heroicidad, acrisolada conducta y singulares costumbres con que se ha comportado durante el tiempo de sus apreciables servicios”, según la Real Orden que recoge una publicación municipal.
Para Igeño, “las autoridades en un primer momento no supieron cómo reaccionar, pero conforme asimilaron la noticia se dieron cuenta de que lo que había hecho era algo verdaderamente espectacular, que valía la pena subrayar y posicionarse favorablemente” y “casi de inmediato se decidió asumir y recompensar la iniciativa que había tenido”.
Biografía por estudiar
Su biografía no está muy estudiada y hay controversia sobre su presencia en algunos episodios en los que se le cita, refiere a Efe otro integrante de la cátedra, uno de los especialistas en su figura y en historia naval, Antonio Hierro. De su taller del núcleo de Los Arenales, en Puente Genil, municipio limítrofe con Aguilar, salieron las maquetas de las cinco naves que emprendieron la expedición de Magallanes y con la que Juan Sebastián Elcano completó la primera circunvalación al mundo que se expusieron en el Archivo de Indias, en Sevilla, con motivo de su quinto centenario. Allí se encuentra en plena construcción de la fragata Mercedes, una en las que embarcó Ana María Antonia Soto y Alhama -insiste en el ‘Antonia’, ya que fue Antonio el nombre falso que utilizó para alistarse-, el primer trabajo de una serie que puede continuar con otras naves en las que luchó por la Corona, como la Dorotea o la Balbina.
Hierro es de los que rechazan la participación de Soto en algún episodio, como el asedio a Bañul, pero sí destaca, en cambio, su presencia otro “muy heroico”, el de las lanchas cañoneras de Cádiz, donde las tropas españolas logran zafar a la isla de León del asedio de los ingleses “con unas simples lanchas pequeñitas” esquivando su “línea de tiro a muy larga”.
De regreso junto al cronista y al concejal de Cultura, Antonio Cosano (IU), de la parroquia de Nuestra Señora de Sotorraño, donde fue bautizada el mismo día que nació, el 16 de agosto, en la misma pila que se conserva con el escudo de la Casa de Aguilar, una parada en la biblioteca municipal depara la sorpresa de que su responsable, Francisco Toscano,acaba de recibir la primera biografía publicada de Soto, “Mujer valiente, por tierra y por mar (1775-1833)”, una autoedición de Francisco Busto Baena.
El autor pone en entredicho que la calle que el ayuntamiento le dedicó en 1975 fuese la que albergó la casa familiar, la actual calle Los Pozos, a la que la primera Corporación constitucional cambió la denominación en la restitución de los nombres tradicionales nada más constituirse en 1979. Lo que sí está admitido es que Ana María no regresó tras su licencia a Aguilar, de donde era su madre, sino que marchó a la cercana Montilla, donde había nacido su padre, para montar el estanco y disfrutar del grado y el sueldo de sargento primero de los Batallones de Marina que le concedió la Corona por los servicios prestados.
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