El bloc
Oasis madrileño
“Políticos y periodistas, en efecto, lideran en Andalucía una aberrante campaña para terminar de enterrar a la hostelería”
Pasar un par de días en la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso y, sobre todo, en la ciudad de esa marea de votantes que la ha entronizado en la cima de la derecha española es una salutífera reconciliación con la alegría de vivir. Con casi todos los presidentes autonómicos empeñados en la batalla de volver a encerrar a sus administrados, algunos en arresto domiciliario y otros en directamente en una mazmorra, un paseo por la capital gozante e indómita recuerda al visitante que conceptos como «felicidad» o, no seamos tan ambiciosos, «libertad» siguen al alcance de la mano para quien quiera agarrarlos sin atender a la tutela moralizante de instituciones sacristanescas ni medios de comunicación cenizos. Políticos y periodistas, en efecto, lideran en Andalucía una aberrante campaña para terminar de enterrar a la hostelería, la primera industria regional, con la delegación de funciones policiales en la exigencia del llamado «pasaporte covid», sindiós que paró el TSJA en primera instancia para, enseguida, recular ante las presiones. Al menos un poder del Estado, el judicial, sigue velando por una calidad democrática que se malbarata a ojos vista con la burda excusa de la pandemia. La línea entre el gobernante responsable y la caricatura de la severa institutriz, una soltera añosa que hiede a pipí de gato, es tan fina como la que separa lo sublime de lo ridículo. Y por esos andurriales transita la Junta, quizá en un intento de congraciarse con Pablo Casado o tal vez en su afán por alejarse de Vox, que explota a conciencia su faz más gamberra antes de que el próximo pacto postelectoral los domestique con un par de consejerías y una docena de direcciones generales con las que alimentar a unas cuantas familias de militantes. Cuidado con no aparecer en una foto a lo Boris Johnson.
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