Méritos e infamias
Imbroda
“Le han tocado todas las curvas posibles y las ha solventado con eficacia, sin dar porrazos en la mesa”
Se podría haber quedado en su casa disfrutando de su éxito en el mundo del deporte y en la empresa pero decidió meterse en problemas. Porque hoy en día entrar en política para los que tienen la luz pagada para los restos es un lío y de los gordos. No es así en la mayoría de los casos, en general quien se mete o se junta con un partido político lo que quiere es asegurarse las habichuelas y alimentar su ego. «¡Alcalde dame un carguito, alcalde!». El «político profesional» pasa de una Diputación al Senado, luego al Parlamento, si toca una fundación perfecto y rematamos con una empresa pública. La cuestión es trincar por lo público y agradecerle la vida al barón que te colocó. En una tarde de avales, aplausos y lágrimas, en los buenos años del «Susanato», me besó llorando un apesebrado pensando que yo formaba parte del cotarro. Cuando se percató de mi insignificancia como plumilla me miró con asco, decepción y suficiencia. Imbroda no tenía que haberse metido en jaleo como éste, pero cuando dio el paso adelante además de perder dinero aportó al sistema honestidad, decencia y sinceridad. Le han tocado todas las curvas posibles y las ha solventado con eficacia, sin dar porrazos en la mesa. Lo que vimos en el Parlamento el otro día demuestra de qué pasta están hechas ciertas personas y devuelve la esperanza ante tanto fango. Ver llorar a un hombre no es fácil, hacerlo en público nos dignifica a todos y le honra a él. Imbroda es un político ejemplar, ahora ha vuelto a demostrar que también lo es a nivel humano. Benditas sean sus lágrimas, que nos contagian las nuestras.
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