Méritos e infamias

La primera del año

“¿No se van a reír, en Cádiz, donde cualquier cabalgata cuenta de antemano con la gracia y la inteligencia de quien la monta y quien la ve?”

ACádiz le ha tocado se el hazmerreír por culpa del oso con la cabeza a la virulé y todo el país se ha meado encima de risa viendo al pobre animal en la cabalgata. Pero los que entendieron, sin tener que preguntarse nada, esta genial performance de la cabalgata gaditanorum no se preocuparon más que de eso, de troncharse a su paso y de volver a partirse con las caras feas de las «princesas», que salieron con la momia asesina.

¿No se van a reír, en Cádiz, donde cualquier cabalgata cuenta de antemano con la gracia y la inteligencia de quien la monta y quien la ve? Todo hubiera quedado en eso si no existieran las redes sociales (sic) para machacar y juzgar como sanedritas narigudos a una ciudad a la que le sobra el ingenio para hacer de la carcajada la mejor de las protestas contra el poder. Bien lo supo Franco, que prohibió el carnaval como tal, con libertad de letras y tipos, hasta que se recuperó en 1977.

En 2022 han tenido hasta el mal gusto de utilizar la «fractura» del cuello del oso para compararla con el «atraso» de Cádiz en más de un comentario. De mal gusto, por cierto, igual que el adjetivo «desnucado», que no se le hubiera ocurrido a nadie con dos dedos de gracia. Le pelota siguió creciendo y ya alcanzó, siguiendo el cortejo, hasta a los reyes «baltasares» con la cara pintada de negro, que es una cosa muy racista.

Nos quedan por delante meses duros, con la pandemia sin salir de nuestras vidas y con el ambiente bien caldeado en el plano político. Si empezamos con chorraditas como la del oso, imagino cómo acabaremos este 22 inédito. No perdamos ni el humor ni la inteligencia.