Fútbol

El Betis y La Cartuja: una relación muy mejorable

Balance del equipo verdiblanco en el estadio donde se jugará el título de Copa: cero victorias en cuatro partidos oficiales, una lesión que le costó la retirada a un futbolista y, como mejor dato, una permanencia certificada en 2008

El once del Betis que jugó contra el Valladolid en La Cartuja el 7 de mayo de 2008. El partido acabó 1-1 y dio la permanencia matemática a los verdiblancos
El once del Betis que jugó contra el Valladolid en La Cartuja el 7 de mayo de 2008. El partido acabó 1-1 y dio la permanencia matemática a los verdiblancosKiko Hurtado

Entre el estadio Benito Villamarín y el estadio de La Cartuja apenas hay ocho kilómetros y medio, pero tan corta distancia no es suficiente para afirmar que la casa de la final de la Copa del Rey es la segunda casa del Betis. Al conjunto verdiblanco lo une una muy mala relación con el coliseo donde va a perseguir el cuarto título de toda su vida, una historia negra no muy extensa pero sin un solo triunfo, al menos en una competición oficial. Cuatro veces ha jugado allí, todas en la Liga y todas por cierre de su campo, y en ninguna de ellas resultó ganador. Y hay más. También en La Cartuja sufrió un profesional del Betis una lesión tan grave que lo obligó a retirarse del fútbol con sólo 25 años.

Excepto la confirmación de la permanencia en la temporada 2007-08, que tampoco suena a hazaña para tirar cohetes, ni una buena noticia le ha deparado al Betis su paso por el escenario donde el sábado se enfrentará al Valencia. Que por su parte presenta un 100% de éxito en el recinto cartujano, porque allí disputó la final de la Copa del Rey de la campaña 1998-99 y salió campeón tras golear al Atlético de Madrid por 3-0 con un doblete de Claudio López y aquel icónico gol de Mendieta tras eludir a tres defensas con una sutil vaselina.

La primera experiencia del Betis en La Cartuja ocurrió en el tramo final del curso 2006-07. El Villamarín había sido clausurado por aquel botellazo que recibió Juande Ramos durante el derbi copero contra el Sevilla. Además del destierro en Getafe para disputar lo que quedaba de eliminatoria, la justicia deportiva impuso otros tres partidos de cierre de Heliópolis y allá que se marchó el Betis del galo Luis Fernández para certificar en ese inédito escenario su cuesta abajo desde la mitad de la tabla a la lucha por la permanencia. En el primer compromiso, el 31 de marzo de 2007 (28ª jornada), ante 50.000 espectadores, 3-3 contra el Villarreal y gracias, con un gol salvador de Juanito en el minuto 92; antes, Fernando hizo el 1-0, Forlán remontó (1′ y 47′), Edu rescató el empate provisional (72′) y Pires convirtió el 2-3 (77′). Curiosidad: el entrenador de ese Villarreal era Manuel Pellegrini.

Esa igualada fue el mejor resultado que sonsacó el Betis de su paso por La Cartuja, porque las dos siguientes citas terminaron a cual peor. El 14 de abril, en la 30ª jornada, 0-1 contra la Real Sociedad (Garrido, 33′). Y el 3 de mayo, en la jornada 33ª, 0-2 contra el Getafe (Güiza, 16′, y Casquero, 33′). De nada les sirvió a los verdiblancos la triquiñuela orquestada por Luis Fernández, que estrechó el terreno de juego e intentó que nadie lo supiera, con tan poco tino por su parte que el plan fracasó porque las oficinas del estadio tienen ventanas que dan al campo y desde allí se pudo ver todo.

El Betis apenas tardó un año en regresar a La Cartuja. Lo hizo el 7 de mayo de 2008 porque otro iluminado decidió imitar al impresentable que alcanzó a Juande y, con idéntica puntería, lanzó una botella contra Armando, portero del Athletic. El impacto derivó en otro cierre, esta vez de dos partidos que al final se redujo a uno solo tras los pertinentes recursos. Esa jornada de castigo fue la antepenúltima, con los heliopolitanos-cartujanos de nuevo camino de un drama, pero el 1-1 que consiguieron frente al Valladolid les garantizó un año más en Primera. Mark González marcó de penalti en el 50′ y Víctor igualó en el 63′. Como anécdota, el lío en la tabla era tal que el cuerpo técnico y los futbolistas no se enteraron de que se habían salvado hasta que se lo dijo un periodista.

Unos años antes de que ocurriese todo eso, el Betis sí ganó un partido en La Cartuja. De hecho, fue el primero que disputó allí, pero no era una cita oficial sino una semifinal de la Kappa Cup, aquel efímero trofeo veraniego que se inventó la firma italiana para reunir a equipos que vestían su ropa. La primera edición se celebró en Sevilla en agosto de 2004 y los verdiblancos, entonces con Lorenzo Serra Ferrer en su banquillo y en vísperas de una temporada histórica, vencieron al Partizán de Belgrado (1-0, gol de Lembo). Dos días después, sin embargo, perdieron la final en los penaltis ante el Feyenoord tras concluir los 90 minutos con empate (1-1, gol de Alfonso). Aquella tarde debutó con las trece barras un delantero brasileño llamado Ricardo Oliveira.

La discordia entre el Betis y el estadio prosiguió aun cuando el Villamarín dejó de sufrir clausuras y ya no hubo más competición futbolera al otro lado del Alamillo. A principios de 2013, la plantilla verdiblanca volvió a pisar ese estadio durante varios meses porque su ciudad deportiva andaba en obras y era imposible entrenarse allí. En una de esas sesiones, el 22 de enero, un prometedor mediocampista vasco que acababa de debutar con el primer equipo tuvo un mal gesto en un lance con su compañero Salva Sevilla y se fracturó la tibia a la altura del tobillo. El chaval era Eder Vilarchao, hacía nueve días que se había estrenado a las órdenes de Pepe Mel y ya no volvió a jugar al fútbol. En noviembre de 2015, tras múltiples operaciones y recaídas y con sólo 25 años, se retiró .