Estudio

Cervantes no escribió “ni una línea del Quijote en la cárcel de Sevilla”

Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, desmonta mitos sobre el escritor en su libro

Santiago Muñoz Machado en la Fundación Cajasol
Santiago Muñoz Machado en la Fundación CajasolLa Razón

Santiago Muñoz Machado es el actual director de la Real Academia Española y es también el autor del «libro total» sobre la figura de Cervantes. No es una biografía al uso, sino una aproximación desde todos los puntos de vista posibles a la figura del escritor que sigue siendo la «guía del español». Mil páginas –200 de ellas son apuntes bibliográficos– para responder a cuestiones sobre la vida, la obra y las circunstancias históricas que rodean al autor de «El Quijote».

La actualidad de un libro no la marca su fecha de publicación, sino el momento en el que los lectores se acercan a él. La Fundación Cajasol organizó ayer en Sevilla un encuentro con Muñoz Machado para que reflexionara sobre la figura de Cervantes, trabajo que publicó la pasada primavera. Y cuando una persona hace una aproximación tan meticulosa, lo habitual es que se caigan muchos mitos o, cuando menos, se arroje luz sobre cuestiones cargadas de sombras.

El director de la Real Academia de la Lengua tiene muy clara una cuestión: El Quijote es «una obra literaria maravillosa y hay que disfrutarla como tal». Defiende que «hay que recuperar el gusto por la buena literatura» y reivindica a Cervantes como «el gran guía del español». Ahora bien, como dice en el prólogo, «la vida del más importante escritor en nuestra lengua también ha sido sometida a importantes manipulaciones y desatinos». De hecho, una parte de esta «obra total», como trató de definirla, persigue distinguir «entre ficción y realidad» de su vida.

Por ejemplo, uno de los episodios recurrentes que se cita es que Cervantes empezó a escribir su histórica obra Don Quijote de la Mancha durante su estancia en la cárcel de Sevilla. Documentado está que estuvo encarcelado en la Cárcel Real de Sevilla, en la confluencia de las calles Sierpes y Entrecárceles, acusado de quedarse con parte del dinero que recibía como recaudador de impuestos. Sin embargo, Muñoz Machado se muestra categórico y apunta que la prisión era «una jauría de gente» y no escribió «ni una línea en la cárcel».

Esto es habitual en la vida de Cervantes, en parte porque había cosas de él que «muchos de sus biógrafos no querían descubrir, por ejemplo su hija extramatrimonial».

Con todo, lo más importante es que la obra cervantina sigue siendo una fuente inagotable de enseñanzas y Muñoz Machado ha buceado en su obra para reflejar toda una época. Aporta reflexiones sobre los pensamientos del escritor sobre los pobres, los moriscos, la religión –define a Cervantes como un «católico integrista»–, la mujer, la magia y la brujería, la ley y la justicia. Y después de todo esto, afirma, rotundo, que la gente de su tiempo «se partía de risa leyéndolo».