Historia

El primer “Robinson Crusoe” fue español

Gonzalo de Vigo, que participó en la expedición de la primera Circunnavegación, sobrevivió en la Isla de Maug y fue rescatado cuatro años más tarde

Réplica de la Nao Victoria
Réplica de la Nao VictoriaFUNDACIÓN NAO VICTORIAfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@69f48aa5

Con motivo del reciente V Centenario de la primera Circunnavegación de la Tierra se han celebrado en los últimos meses numerosas actividades en Andalucía. El hecho histórico en sí es suficientemente conocido: el 20 de septiembre de 1519 se iniciaba en Sanlúcar de Barrameda una grandiosa aventura que cambiaría para siempre el curso de la historia. Una expedición de 239 hombres y cinco naos, llegados previamente de Sevilla, partieron para dar por primera vez la vuelta al mundo. Tres años después sólo regresaría una de las naves con una tripulación de dieciocho personas. Iniciada por Magallanes y culminada por Juan Sebastián Elcano, la expedición surcaría 14.470 leguas, cruzando los océanos Atlántico, Pacíco e Índico.

Durante este año se han sucedido los actos para recordar esta gesta, desde exposiciones a conferencias que culminaron con el rey Felipe VI, a bordo del buque escuela de la Armada Juan Sebastián Elcano, presidiendo un homenaje a los 18 marineros que el 6 de septiembre de 1522 arribaron en la nao “Victoria” en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) comandada por Juan Sebastián Elcano. Era la primera vuelta al mundo, tras un viaje de tres años que sirvió para demostrar, por primera vez, que la Tierra es redonda.

Entre las actividades se han reeditado, publicado o simplemente han vuelto a la actualidad numerosos libros que explican cómo se desarrolló esta gesta. Uno de ellos es “Elcano” de Tomás Mazón (autor que realiza una labor divulgativa en su propia web), que narra la peculiar historia de Gonzalo de Vigo, marinero que embarcó como grumete en la nao Concepción.

Fue uno de los que quedaron en las Molucas reparando la nao Trinidad. En ese momento, solo quedaban dos barcos, la Trinidad y la Victoria, que es el que utilizaría Elcano en su regreso por el Índico. Pero la Trinidad intenta volver por el Pacífico, algo que no consigue. Así, al arribar a la isla de Maug, al Norte del archipiélago de las Marianas, Gonzalo de Vigo huyó junto con otros dos hombres, Martín Genovés y Alonso González.

Cuenta el libro que “cuatro años más tarde, en 1526, la expedición de Loaysa llegaba a la isla de Los Ladrones (Guam) y uno de los indios que le salieron al paso con canoas se dirigió en castellano a la tripulación. Era Gonzalo de Vigo, que se había integrado con los indios como uno más. La sorpresa de los españoles a bordo tuvo que ser mayúscula”

De hecho, citando a Gonzalo Fernández de Oviedo, el libro cuenta que las primeras palabras de Gonzalo de Vigo fueron: “En buena hora vengáis, señor capitán, maestro y la compañía”.

El grumete de la nao Victoria se había integrado con los locales como uno más y había visto morir a sus dos compañeros enfermos al poco de tiempo. Al menos dos tripulantes de la nueva expedición recordaban a Gonzalo de Vigo que, finalmente, se unió a la expedición y terminó teniendo un destacado papel cuando la nao Santa María de la Victoria llega a las Molucas, tanto como intérprete con los indios, como intrépido guerrero contra los portugueses. Su destino final se desconoce porque nunca volvió a España.

En 1719, Daniel Defoe publicó “Robinson Crusoe”, obra que narra la historia de un náufrago inglés que pasa 28 años en una remota isla desierta en la desembocadura del Orinoco, cerca de las costas de Trinidad y Venezuela. El libro, un clásico de la literatura, está inspirado en la vida de Alexander Selkirk, un marinero escocés que en 1704 formó parte de una expedición al océano Pacífico y que fue abandonado en las islas de Juan Fernández. Casi 200 años antes, Gonzalo de Vigo ya había experimentado esa misma historia.