Medio ambiente
El alga asiática asfixia a la flota pesquera de Cádiz
La «invasión» alcanza el 70% en el litoral de Conil, por lo que salir a faenar «supone un auténtico acto de fe»
Son las once de la mañana, el levante sopla con cierta intensidad y en el puerto pesquero de Conil de la Frontera (Cádiz), del que hoy han salido pocos barcos a faenar, se respira cierta calma. Lejos de lo que se pudiera pensar en época de gran consumo de pescado (Conil es destino turístico-gastronómico en gran parte por la diversidad y calidad de sus pescados), este clima no es de optimismo. Tal y como se refleja en las caras de los pescadores, centrados esta mañana en reparar las castigadas artes de pesca, esta tranquilidad, un día más, es la antesala de una tormenta que hace ya más de cinco años que se instaló en las ricas aguas conileñas y, por extensión, gaditanas. Fenómeno natural que tiene nombre y apellidos, alga asiática o, como la llaman otros, invasora.
«Estos días de agosto son los más complicados, ya que nuestra área de pesca está invadida al 70 por ciento o más por el alga asiática. Son las jornadas más críticas del año, en las que salir a pescar es un auténtico acto de fe, con más gastos que beneficios», señala Eduardo Mirabent, patrón de uno de los barcos, el «Estrella Blanca», que conforman la afamada flota pesquera artesanal de Conil.
«De media, al año, el alga invade el 50 por ciento de nuestra zona, pero en estas fechas se dispara y nos las vemos y no las deseamos para poder volver con alguna captura. Somos los mismos barcos para una zona de pesca más reducida, con lo que traer algo a puerto es casi un milagro, ya que se sobre explota lo poco que hay».
A esto «hay que unir que los daños que provocan las algas en nuestras redes se multiplican y, con ellos, los gastos», con lo que Eduardo y el resto de patrones de la flota artesanal se lo piensan dos veces antes de soltar amarras.
«Aquí trabajamos mucho con las corrientes. Cuando son mareas muy vivas, faenamos más a poniente, ya que a levante las mareas corren mucho». «Desgraciadamente», resalta, «ahora no podemos trabajar ni con mareas buenas ni nada. El alga asiática lo hace imposible y, aunque a veces arriesgamos y obtenemos algunas capturas; al día siguiente, en la misma zona, las corrientes, que aquí son muy fuertes, nos inundan las artes de algas. Es frustrante».
Frustración que, unida a la incertidumbre, marca el día a día de unos pescadores que, desde hace cinco años, han visto reducir sus capturas en un 50 por ciento.
«Si bien es cierto que es a partir de febrero cuando el alga se hace más visible, padecemos sus consecuencias todo el año; lo que motiva que cada día te cuestiones a qué zona ir y, lo peor, si vale la pena salir», reconoce.
«Si este oficio ya es duro en sí», subraya, «vivir en este clima de incertidumbre lo hace casi inviable, lo que está provocando que muchos pescadores estén optando por tirar la toalla».
La presencia masiva de algas, además, está propiciando el desplazamiento de las especies que hasta hace unos años eran características de esta zona. Entre ellas, el patrón del «Estrella Blanca» señala a una en especial. «Lo que yo he detectado en estos últimos años es la práctica ausencia de pulpo. De hecho, la última vez que hubo capturas de pulpo fue en 2018 o 2019, y ya no era mucha cantidad».
A estos males, Eduardo Maribent une la imposibilidad de la flota de capturar atunes rojos para, «aunque sea solo en parte, enmendar la situación».
«A día de hoy», destaca, «esto no es posible. De hecho, la multa por pescar atunes creo que es hasta mayor que si te pillan con un alijo de droga». «No estamos pidiendo que abran la mano del todo, pero, al menos, que nos dejen capturar unos mínimos; más aún cuando hasta los propios almadraberos dicen que hay atunes a punta pala».
Con este panorama, «el más complicado de nuestra historia reciente», Eduardo es uno de los numerosos pescadores que no piensan «estirar la situación» y dejará la actividad nada más alcanzar la edad de jubilación.
«Yo soy de Isla Cristina y me vine aquí siendo un adolescente. No conozco otra cosa que la pesca. Me he criado y he jugado en barcos; me encanta la mar, pero en la actual situación no voy a dilatar mi carrera. El año que viene me jubilo y, aunque con cierta pena, voy a colgar los trastos».