
Las causas
El avance de la despoblación también está detrás del fuego en Andalucía
Alertan del abandono de las actividades asociadas a las zonas rurales, como las explotaciones selvícolas o el pastoreo extensivo, generándose más combustible vegetal

La despoblación es un fenómeno que avanza imparable en España dejando a su paso consecuencias sociales y económicas que pueden resultar letales. En Andalucía esta tendencia no es tan acusada como en la meseta, aunque se está dejando notar cada vez más en numerosas comarcas del interior de la comunidad autónoma. Como consecuencia del éxodo de la población a las ciudades, en las zonas rurales la tierra se deja de trabajar y el cuidado de los montes no es tan constante. Es por ello que este abandono propicia la aparición de fuegos que provocan incendios de gran envergadura.
El Plan Forestal de Andalucía «Horizonte 2030» apunta en esta dirección, señalando que las áreas rurales «se están despoblando poco a poco, concentrándose en la áreas donde existen más oportunidades laborales; es decir, en los grandes núcleos urbanos». La actividad agraria se sigue concentrando en las zonas más fértiles y, como consecuencia de esto, se produce el abandono de las zonas rurales-forestales y de actividades asociadas a ellas, siendo zonas progresivamente colonizadas por vegetación espontánea que, con el paso del tiempo, da lugar a una acumulación profusa de combustible vegetal en los montes. El documento cita varias actividades «en recesión», como una menor explotación selvícola con especial repercusión en el caso de las leñas, la reducción del pastoreo extensivo, el abandono de cultivos marginales y una menor intervención humana, en términos generales.
A este aumento de la superficie con mayor densidad de combustible vegetal y al cambio de las condiciones meteorológicas se le une, como un problema añadido, la extensión territorial de la denominada interfaz urbano-forestal, es decir, la proliferación de zonas urbanas en contacto directo con la superficie forestal. Ello supone un factor de complejidad añadido a los incendios forestales en estas zonas, ya que se ponen en riesgo, además del patrimonio forestal y de bienes, lo más importante, vidas humanas, lo que aumenta exponencialmente la gravedad de los siniestros.
El documento ahonda en las múltiples causas de los incendios. Las variables meteorológicas que mayor incidencia tienen sobre la propagación del fuego «son la temperatura, la velocidad del viento, la humedad relativa y la estabilidad atmosférica». Esta última, en capas bajas de la atmósfera, es determinante en el régimen de vientos y el poder convectivo de los incendios, lo que a su vez repercute directamente en la velocidad de propagación de las llamas y su intensidad.
La temperatura aumentará tanto de día como de noche, y se reducirá la humectación de los combustibles, provocando que la disponibilidad de los mismos sea mayor. Por ello se considera que los incendios, una vez iniciados, «se propagarán con mayor severidad». También es de esperar que la velocidad del viento aumente, por lo que, aún no siendo fácil predecir su impacto, favorecerá el desarrollo de los grandes incendios y dificultará las operaciones de extinción.
Los eventos meteorológicos extremos «serán más frecuentes e intensos asociados al cambio global», provocando incendios más intensos, más frecuentes y la pérdida de la estacionalidad que ya estamos viviendo, especialmente en la región oriental y costa mediterránea de la comunidad. Este aumento de eventos meteorológicos extremos ocasionará mayores problemas en las zonas altas de montaña, donde la incidencia de rayos en zonas de mayor acumulación de combustible podría modificar el régimen natural de los incendios (intensidad y frecuencia) y alterar e incluso amenazar algunos de los hábitats presentes.
La evolución previsible de los factores de riesgo analizados hasta ahora apuntan a un aumento considerable del índice mensual de peligro de incendios, que provocará que la temporada de incendios se anticipe en el tiempo, afectando de forma crítica a determinadas zonas más expuestas a los factores de riesgo.
En resumen, «es esperable un incremento de la peligrosidad de los incendios generados en condiciones más adversas», que serán más frecuentes tanto en el caso de aquellos de origen antrópico como de los provocados por tormentas. También se espera que aumenten las zonas de riesgo, la estación y su variabilidad. Es presumible, apunta el documento, que las estadísticas aporten datos más desfavorables en años venideros, a diferencia de la tendencia positiva lograda hasta el momento.
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