"Méritos e infamias"

Borrascas

"Como la lluvia, de repente, llegó una solución consensuada entre el Gobierno y la Junta para salvar el agua de Doñana sin que hayamos tenido que ponerle nombre"

Una mujer camina bajo la lluvia por Sevilla
Una mujer camina bajo la lluvia por SevillaEP

Ahora a las tormentas les han puesto hasta nombre. No sé donde tendrán las lista o si existe un santoral con el que bautizar a los truenos, las lluvias desaforadas y el ventarrón que revienta las persianas. Antes, todo esto se veía a la hora de comer mientras tragabas la sopa y una nube gigantesca rotaba sobre la península de Florida. Cosas de los americanos que hemos heredado sin decir ni "mú", como tantas otras chorradas.

Seguramente alguien llevará la cuenta de los nombres y los destrozos, y sabrá que “Berta” fue mucho más dañina que “Alfredo”, si es que existieron, y hasta el tiempo exacto que duró cada chaparrón. Puede tener su gracia si piensa en alguien a quien conoce pero no soporta, de pronto le planta el nombre a las nubes que aparecen por el horizonte esperando ver la potencia de descarga.

Algunos se pasarán y otros no llegarán ni a chubascos, como la vida misma. Esta semana “Aline” nos dejó una buena ración de agua, una cifra descomunal que sólo los físicos y los matemáticos sabrán colocar en su mente. Tanta, parece ser, que los pantanos se han llenado lo suficiente para que la palabra sequía salga de nuestras preocupaciones. No sé si será para tanto y si dentro de unos meses tendremos que mirar al cielo esperando que llegue “Patricia”, “Rafael” o “Manoli”, o a quien le salga del alma a San Pedro, que para eso manda arriba.

La vida continua mientras nosotros nos encargamos de ponerle trabas y de darnos importancia. Como la lluvia, de repente, llegó una solución consensuada entre el Gobierno y la Junta para salvar el agua de Doñana sin que hayamos tenido que ponerle nombre. Si las lluvias que llegaron y las que se esperan en las próximas semanas acaban de manera natural, por su ciclo, con un problema con más tintes políticos que medioambientales tendremos que empezar a ponerle nombre a la próxima borrasca que desde Madrid nos lancen a los andaluces.