Industria audiovisual
Cádiz, un gran plató para los realities
«Best av de Beste» y «Pesadilla en el Paraíso» cayeron ante los encantos del Campo de Gibraltar
Clima agradable, paisajes espectaculares, diversidad de escenarios naturales e históricos y buen recibimiento institucional y popular. Así podría versar la tarjeta de presentación de la provincia de Cádiz para las productoras, nacionales e internacionales, de realities. Formato televisivo que, de un tiempo a esta parte, ha puesto sus ojos en algunos de los pueblos y entornos gaditanos más atractivos para desarrollar proyectos tan ricos en audiencias como, en algunos casos, controvertidos en la calidad de sus contenidos y los perfiles de sus protagonistas. Relación realities-provincia de Cádiz que escribió su primera página a mediados de la pasada década, cuando, en dos ocasiones (2014 y 2015), la televisión noruega (el canal privado noruego TV2) se fijó en el Campo de Gibraltar (concretamente en San Roque) para grabar «Best av de Beste», reality-show de carácter deportivo. La experiencia, que también pasó por esa joya llamada Castellar de la Frontera (que ya ha sonado para el reality «Traitors España») y por Tarifa, resultó un éxito tanto en audiencias (casi un millón de telespectadores a la semana en «prime time») como en promoción turística, ya que el destino San Roque/Campo de Gibraltar llegó a una quinta parte de la población noruega (solo en su primera edición). Reality que hace un par de años entregó el «relevo» en la provincia a «Pesadilla en el Paraíso» (todavía en pantalla), de Telecinco. Programa con el que solo comparte formato y comarca de grabación (Campo de Gibraltar), ya que «Best av de Beste» sometía a los participantes a pruebas muy diversas y en escenarios muy diferentes a deportistas de élite (medallistas olímpicos o mundialistas) muy conocidos en Noruega.
«Pesadilla en el Paraíso» puso su mirada en la población de Jimena de la Frontera. Concretamente, en la Granja Escuela El Dorado (ELA San Pablo de Buceite), complejo en el que, respondiendo a la naturaleza del negocio, los participantes compiten en el aprendizaje de tareas rurales, convivencia y otras pruebas. Todo ello «salseado» con enfrentamientos entre personajes de la prensa rosa, anónimos, periodistas y personajes con bagaje en el formato.
Más allá del balance de audiencias y de las innumerables búsquedas en redes (siempre positivas en materia de proyección del destino), «Pesadilla en el Paraíso» ha supuesto un importante recurso económico para la zona. Inyección que se ha notado tanto en los establecimientos de alojamiento como en bares, restaurantes y comercios, en los que se ha notado la presencia de las 125 personas de Mediaset y Fremantle que hacen posible el desarrollo y la emisión del reality.
Pero, sin lugar a dudas, ha sido la Granja Escuela El Dorado la gran beneficiada de un reality que, como indica María Gil, «después de 30 años de trabajo de mi madre, ha sido un regalo emocional y económico».
Regalo que llegó de forma inesperada y lleno de suspense, ya que, «a través de un correo, una reportera me dijo que estaba haciendo un reportaje de la zona y me pidió que le mandara fotos, vídeos y toda la información que pudiese de la granja».
«Obviamente –explica– a mí me resultó raro, ya que se trataba de alguien que no conocía. Así que le di mi teléfono para que se pusiera en contacto conmigo». «Poco después me telefoneó, solicitó confidencialidad y un grupo de personas nos visitó. Prácticamente, todo el proceso fue en un abrir y cerrar de ojos». «Recuerdo –apunta Gil– que una de esas personas, ante el lógico olor a estiércol que había en la zona de los animales, comentó a los demás ‘este es el olor que me gusta a mí’».
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