Agricultura
El olivar de montaña de la Sierra de Cádiz, ante una de sus peores campañas
Las cooperativas estiman unas pérdidas en torno al 40 y el 50 por ciento respecto a 2021
Hay territorios que no se entienden sin sus productos. Es más, son estos los que se convierten en sus mayores embajadores, en la puerta de esos destinos de sabores milenarios. Eso ocurre con los aceites de la Sierra de Cádiz, ‘oro verde’ con Denominación de Origen que, ligado a cultivos centenarios de montaña, sacrificados, son toda una seña de identidad y el sustento de numerosas familias en poblaciones como Olvera, Setenil de las Bodegas, Algodonales, El Gastor, Puerto Serrano, Alcalá del Valle, Torre Alháquime y Zahara de la Sierra.
Olivareros, la mayoría pequeños, que, a pocos días para que arranque la campaña (entre principios y mediados de octubre), vislumbran el peor de los escenarios; con unas expectativas de producción que, en no pocos casos, se sitúan por debajo del 50 por ciento respecto a la pasada campaña y la pérdida de numerosas peonadas. Las causas, la pertinaz sequía, que sigue debilitando el olivar y su fruto, y las olas de calor, que en su día afectaron a la floración.
“Esta campaña no va a ser otra cosa que el reflejo del ciclo de sequía que llevamos padeciendo desde hace unos cuatro o cinco años. El cultivo ha sufrido un estrés muy fuerte por efecto de la escasez de lluvia y, además, este año las fuertes olas de calor de mayo y el verano han afectado de una forma muy importante a la floración. Esto, según las previsiones que manejamos a día de hoy, se va a traducir en que la producción de oliva se pueda reducir en torno a un 40 o un 50 por ciento respecto a la temporada pasada”, señala Antonio Gerena, gerente de una de la grandes cooperativas, ‘Nuestra Señora de Los Remedios’ (Olvera), de la Sierra de Cádiz.
Con la esperanza, incierta, de que en los próximos días “llueva con fuerza y se pueda recuperar alguna aceituna”, Antonio Gerena también contempla la otra cara de la moneda y teme que, “si no cae nada de agua, lo poquito que tenemos también se pueda perder”.
Pérdida de peonadas
Pérdida que, directamente, va a afectar a las peonadas y, por tanto, a la economía de muchas familias que tanto en Olvera como en otras localidades de la Sierra de Cádiz dependen de la recolección de este cultivo. “Nuestro olivar, el de la Sierra de Cádiz, es de montaña y precisa de mucha mano de obra, de ahí que, a menos fruto, menos necesidad de mano de obra y pérdida de economía para muchas familias”.
Descenso de peonadas que, en no pocos casos, rondaría los dos tercios respecto a 2021. “La cooperativa, directamente, el año pasado generó unas 900.000 y este año no creo que vaya a llegar ni a las 300.000″, señala Francisco Leo, gerente de la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario, de Algodonales, que habla de una de las cosechas más bajas de la última década. “Nuestra cooperativa tiene una media de molturación de aceituna de en torno a seis millones de kilos y este año si cosechamos dos millones nos damos por satisfechos”.
Con ser unos datos muy negativos, subraya que la calidad de la misma se mantendrá. “La ventaja que estamos teniendo en este escenario tan malo para el olivar es que, como hay sequía, la aceituna se está arrugando (el olivo tira de su agua) y la mosca, que es la plaga más endémica de nuestra zona, no la pica al entender que no está sana”.
Por lo que se refiere a daños a futuro en el olivar si persiste la sequía, Domingo Vega, del ‘Molino de Espera’ apunta que, “si las cosas no comienzan a cambiar, mucho me temo que podamos perder parte del olivar”.
Críticas a las políticas de riego
En este escenario de sequía pertinaz y, por tanto, de pérdidas de fruto y arbolado, hay quienes no entienden ciertas políticas de riegos. “Me cuesta entender las decisiones que se están tomando en la Confederación Hidrográfica, la del Guadalete sobre todo. Cuando el pantano de Zahara de la Sierra está ya por debajo del 15 por ciento de su capacidad, siguen desembalsando agua para regar los llanos de Villamartín y de Arcos. Agua que, literalmente, va para regar los olivos que se recolectan con cosechadoras. Olivares de grandes familias, con un poder adquisitivo importante, que se siguen regando y nosotros, aquí en la sierra, cuando el agua llega desde nuestro territorio, no podemos regar”.
“Es una muestra más”, lamenta el gerente de la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario, “de que se quieren cargar el olivar de montaña”. “Entre la sequía y todas las condicionalidades que al olivar de montaña se le están poniendo en torno a las subvenciones de la UE, es evidente que va a desaparecer más pronto que tarde”.
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