La Fundación Cajasol acoge en Cádiz un encuentro literario sobre Rafael Sánchez Ferlosio

La Generación del 50 se conoce como la de los niños de la guerra y a este grupo de escritores se les asigna una serie de atributos que no siempre les definen a cada uno de ellos. Es verdad que, en líneas generales, se trata de un conjunto de autores que se separan de los aspectos sociales, recuperan la importancia del lenguaje y una lírica más intimista. Más allá de las características genéricas, cada uno de ellos tiene su propia voz y entre todas ellas, una de las más rotundas, fue la de Rafael Sánchez Ferlosio.

Novelista y ensayista, en su amplía bibliografía siempre se señala su emblemática obra El Jarama (1955), en la que se narra la tarde calurosa que un grupo de amigos pasa a orillas del río que da nombre al libro. Pero Sánchez Ferlosio siguió escribiendo novelas, ensayos y colaboraciones en periódicos, una ingente producción literaria que le valió en 2004 la concesión del premio Cervantes, el más importante de las letras españolas. De él dijo Víctor García de la Concha, presidente del jurado y director de la Real Academia Española en ese momento que “sus ensayos son piezas literarias y ejemplo de la mejor escritura que se hace en lengua castellana”. Miguel Delibes fue más allá y lo calificó como “el hombre más importante de nuestra literatura”.

Lo que no todo el mundo conoce es la relación especial que Sánchez Ferlosio mantuvo con la tauromaquia. El escritor fue un asiduo en los tendidos y evolucionó hacia posiciones encontradas con el mundo taurino. Todo este proceso queda perfectamente reflejado en el libro “Interludio taurino” que ha publicado la editorial “El Paseo” y que ha protagonizado el encuentro literario organizado por LA RAZÓN en la Fundación Cajasol en Cádiz. El escritor y profesor de literatura Alberto González Troyano, el editor David Fernández y el delegado de LA RAZÓN en Andalucía, Pepe Lugo debatieron sobre la figura de Sánchez Ferlosio y este particular “Interludio”, que ofrece retazos del hombre más cercano, el aficionado y el feroz crítico del «público» de una corrida de toros. Cádiz, además, también ha estado presente en los artículos del Premio Cervantes y de hecho le dedicó algún artículo al torero Rafael Ortega Domínguez.