
Medio Ambiente
El alcornocal de la provincia de Cádiz culmina el descorche
Esther Barragán, responsable del sector forestal de La Almoraima: «Las últimas lluvias han hecho que el corcho se haya dado mejor que en temporadas pasadas»

Principios del mes de agosto y en los montes de la provincia de Cádiz han tenido lugar los últimos coletazos de una de esas faenas que, siglos después, aún conecta directamente al hombre con la naturaleza, la más ‘salvaje’.
Bajo un sol que no da tregua, con viento de levante y en un entorno espectacular y único (el Parque Natural de los Alcornocales), numerosas cuadrillas de trabajadores (corcheros) han culminado la ‘cosecha’ de uno de los productos más naturales y singulares de los que hace gala la provincia de Cádiz, el corcho.
Al igual que siglos atrás, han bastado hachas corcheras, escaleras, piedras de afilar, navajas y burjas (palanca de madera resistente con la que se despega la corteza del alcornoque); una buena forma física y, sobre todo, grandes dosis de paciencia y precisión para ‘desnudar quirúrgicamente’ los troncos, muchos centenarios, de uno de los árboles más icónicos de la provincia gaditana, el alcornoque (Quercus suber).
Esta labor, que se inició en el mes de junio, ha servido para, una temporada más, obtener un producto de extraordinario valor, con un gran número de usos; el principal y más valorado, la fabricación de tapones para el vino.
«Gracias a las últimas lluvias de este año, la arboleda se pudo recuperar y, en consecuencia, el corcho se ha dado mejor que en temporadas pasadas, de sequía», resalta Esther Barragán, responsable del sector forestal en una de las grandes fincas productoras de corcho y auténtico paraíso de los alcornoques, La Almoraima.
«El año pasado», recuerda, «era más habitual que hubiese árboles que no se dieran, que había que dejarlos mitad descorchados, mitad no. Este año, por el contrario, no ha sucedido lo mismo».
Lluvias, eso sí, cuyos efectos en favor de la calidad del corcho solo «se han notado en la última línea que ha metido el tronco, con algo más de espesor que las anteriores». «También», añade, «ha vuelto a influir en la calidad el suelo, su riqueza». «Nosotros, que este año no hemos extraído las cantidades de otras campañas, hemos sacado corcho de los cantones de la zona baja y alta, con una diferencia de calidad entre ellos abismal».
«En la zona baja», explica, «aunque con más grosor, el corcho se ha mostrado más apretado y de menor calidad; por el contrario, el corcho de los alcornoques de la parte de arriba de la finca ha sido más delgado, pero de mayor calidad».
«Esto», aclara, «es algo que ya sabíamos previamente». «La finca está adscrita al plan de calas de la Junta de Andalucía y sus estudios nos habían adelantado qué nos íbamos a encontrar en cada zona: grosor del corcho, porcentaje de reflujo, calidades, etc».
Además de esta mejoría en la última línea del corcho, las últimas lluvias del año también han servido para, en cierta medida, reforzar a los árboles (mayor torrente de sabia) frente a su gran amenaza, la phytophthora cinnamomi, uno de los principales hongos de suelo causantes de la podredumbre radical de encinas y alcornoques.
«La enfermedad sigue ahí, no ha remitido. No obstante, las últimas lluvias de este año han contribuido a reforzar a los árboles y, por decirlo de alguna manera, han impedido que el hongo avance más rápido y mate antes a los árboles».
«Cuando hay sequía, como ha sucedido años atrás», destaca Esther Barragán , «el árbol tiene más maderas muertas y le entran más fácilmente los perforadores. Además, la sequía favorece las pudriciones de las raíces por la phytophthora, haciendo que el árbol no se pueda alimentar».
¿Y ahora qué? Cabe destacar que, una vez recolectado el corcho, ahora se inicia la fase de transformación, con el reposo de cada una de las planchas.
Seguidamente, tiene lugar el cocido, para darle elasticidad, eliminar taninos, ceras y sustancias solubles al agua, además de eliminar la presencia de insectos y aplanar las panas.
A esta tarea le sigue el calibrado, que consiste en clasificar el corcho en función de su calibre y, por último, el prensado y enfardado. El primero tiene como objetivo aplanar las panas con presión para reducir el volumen de los fardos que se formarán con ellas y el enfardado consiste en amarrar las planchas de corcho para su transporte.
Otros años, la tarea del descorche se ha visto afectada por la lagarta peluda. Cabe destacar que la acción de la lagarta peluda no afecta directamente al corcho y, por tanto, tampoco deprecia su calidad. Eso sí, el debilitamiento que produce en el alcornoque la defoliación de la oruga impide que se pueda desarrollar el descorche, ya que genera en el árbol un doble estrés y la posibilidad de que, incluso, pudiese morir. Esta oruga ha estado muy presente, debilitando a los individuos y poniendo en jaque el descorche de estos, durante los últimos años en la provincia de Cádiz.
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