La leyenda
El mito del Templo de Hércules resuena en la Bahía de Cádiz
Los hallazgos en Sancti Petri lo convierten en uno de los espacios marinos más extraordinarios que existen
Mientras los arqueólogos dirimen y dan certeza a esa nueva teoría que apunta a que, al contrario de lo que se ha escrito y dicho a lo largo de los siglos, el Templo de Hércules (uno de los grandes centros religiosos de la Antigüedad), sus restos, no reposan en el islote de Sancti Petri, es evidente que este mágico trozo de tierra y las aguas que lo rodean han sido eje destacado para todas y cada una de esas civilizaciones que hicieron de Chiclana y la Bahía de Cádiz centro de su actividad comercial, social y cultural.
Realidad que se refleja en numerosos escritos, en los que, incluso, se referencia la presencia de personajes históricos como Julio César o Aníbal, quien, siendo un niño, en el Templo de Hércules juró odio eterno a Roma ante su padre, Amílcar Barca.
De esta sobresaliente presencia hablan también los hallazgos que a lo largo de la historia se han producido en las profundidades de las aguas de Sancti Petri. Descubrimientos que vienen a reforzar esa afirmación de que los mares son los mayores 'museos' del mundo.
Hallazgos que, como el que se produjo en 1926 tras una voladura en la barra de Sancti Petri, alimentaron la creencia de la existencia del Templo de Hércules. Concretamente, en aquella ocasión, según recogió un periódico local, Antonio Beltrán (farero destinado en el faro de Sancti Petri) y un buzo hallaron "un trozo de pierna de una estatua de bronce y plomo, cuyas dimensiones son de doble tamaño natural". Noticia que se cerraba con la siguiente interrogación: "¿Pertenecerá, tal vez, a la famosa estatua del Hércules fenicio que según las crónicas era de bronce y a los reflejos del sol indicaba la ruta a los navegantes?".
Continuos hallazgos
Asimismo, el 4 de febrero de 1731, el erudito y noble cordobés Lope Francisco Gutiérrez de los Ríos y Morales relataba en una carta que, tras una bajamar espectacular, quedó al "descubierto un patio y diferentes paredes como de palacio o templo, el patio todo enlosado de mármol y se vieron en él algunas mesas de piedra exquisita de colores, y cerca de dicho patio unos aposentos de salas oscuras, dicho edificio volvió el agua a cargar de arena que antes había quitado".
Además, hablaba de la existencia de "cenefas, las cuales parecían haber servido en algún trono o altar; y asimismo se encontraron unos pedazos como de puertas, y todas estas piezas estaban de admirable labor, todo tallado y embutido en plata fina, y follaje de algunos trozos de cornisa guarnecidos de emparrados". Relatos a los que se unen los hallazgos, en el siglo XVIII, de una estatuilla que representaba la Envidia y, tras el terremoto de Lisboa (1755) de otras de bronce que podrían representar a Hércules, Neptuno, etc.
Asimismo, a principios del siglo XX (1905) fue encontrada a 30 metros de profundidad una estatua de mármol desnuda cuya representación era de un emperador romano heroizado y una pequeña figura de bronce de Attis. Hallazgos a los que se unirían los de una pareja de pequeñas liebres de mármol y tres estatuillas de bronce que representaban a divinidades egipcias, datadas en los siglos VIII y VII antes de Cristo.
Y es que Sancti Petri, cuya historia está íntimamente ligada a civilizaciones de tan extraordinaria relevancia como la fenicia y, cómo no, al soñado Templo de Hércules, es uno de los espacios marinos más extraordinarios de cuantos existen en un entorno, la Bahía de Cádiz, en cuyas profundidades está escrita gran parte de la historia de Cádiz, España y el mundo.
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