Tradición

Ramón Abad, el último «Da Vinci» de la carpintería de ribera

A sus 82 años, el artesano chiclanero culmina la restauración de una embarcación con un gran trasfondo histórico

Ramón Abad trabajando en el barco
Ramón Abad trabajando en el barcoLa Razón

En uno de esos entornos salineros que, poco a poco, despiertan de su letargo para generar nuevos y singulares atractivos, Chiclana asiste estos días a una liturgia que desempolva el rico pasado de su industria ligada al mar. Con la disciplina y la pasión de un auténtico artesano, Ramón Abad, a sus 82 años de edad, avanza en la restauración de una embarcación idéntica a las que, siglos atrás, navegaban por los caños de Sancti Petri, transportando dos de las delicatessen de estas tierras, el vino y sal.

Ramón no es un artesano cualquiera. Al igual que algunas de las aves que sobrevuelan este privilegiado entorno natural de salinas y esteros, forma parte de una ‘especie en extinción’, los carpinteros de ribera; tiempo atrás esenciales para mantener el pulso de un sector boyante, del que, como la suya, dependían muchas familias. «Esto es como un veneno. Naces con él, creces con él y, por más vicisitudes que pases, lo necesitas», confiesa. No en balde, este artesano del mar, que nació en el poblado de Sancti Petri, es hijo de almadrabero; de los que a mediados del siglo pasado vivieron las luces y las sombras del Consorcio Nacional. «Mi padre trabajó en la almadraba de Sancti Petri y yo, como tantos otros niños y jóvenes de esa época, crecí unido al mar, mirándolo y respetándolo como nuestro gran sustento», rememora.

«Al principio, lo mío era la pesca. De hecho, estuve mucho tiempo faenando, hasta que un incidente en aguas de Mozambique hizo que la tuviese que dejar. Un cabo se soltó cuando estábamos capturando langostinos y gambas. Me golpeó con fuerza en la espalda y –recuerda– me vi obligado a tener que dejar la pesca». Fue entonces, década de los 80, cuando Ramón Abad emprendió su nueva historia con la mar y la pesca; esta vez en tierra. Sin grandes oportunidades de formación, «entonces todo se aprendía observando a quienes ya eran maestros en su oficio», Ramón se adentró en la carpintería de ribera. Uno de esos artesanos de los que ‘tomó buena nota’ fue Adolfo Sierra, que ejercía el oficio con gran maestría a la orilla del Puente Zuazo. «En aquellos tiempos, la carpintería de ribera era muy importante y había mucho trabajo», explica mientras que, bajo la proa, avanza en la restauración de una embarcación que, con motivo del VII Centenario de la Ciudad, adquirió el Ayuntamiento de Chiclana en la ciudad portuguesa de Alcácer do Sal, a orillas del río Sado.

Reconstrucción del barco
Reconstrucción del barcoLa razón

«Este barco no navegó por nuestras aguas –aclara–, pero es idéntico a los que entonces se utilizaban en la zona para el transporte de mercancías».

Con mil y una batallas a su espalda, Ramón reconoce que no está siendo una restauración fácil, porque «la embarcación tenía muchas maderas podridas en distintas zonas y ha sido muy complicado sacarlas para, con posterioridad, mediante plantillas, reproducirlas tal cual».

Un oficio en desaparición

Sobre la complejidad del oficio y, en concreto, de la restauración que está llevando a cabo, Ramón Abad asegura que «complicado es todo». «Aquí se va madera por madera, como si se tratase de un puzle. Nada es fácil y cualquier cosa que no esté bien hecha puede tirar por tierra todo el trabajo», añadió. En este caso, la restauración se desarrolla con «madera de flandes para la tablazón y pino gallego para las cuadernas».

Ramón dice que el barco es como un "puzle"
Ramón dice que el barco es como un "puzle"La Razón

Con la vista puesta en culminar en las próximas semanas su nueva obra maestra de ribera, este artesano chiclanero lamenta que «casi no quede ya ningún carpintero de ribera».

«Yo he trabajado en muchos puertos. Aquí, en Conil de la Frontera, Puerto Real, El Puerto de Santa María, etc. y me da mucha pena que, como tantos otros oficio, esté desapareciendo», sentencia mientras se recoloca el sombrero y centra su atención en una obra que, en breve, será historia.

Una vez restaurada la embarcación, que ya luce una placa que refleja la autoría de Ramón Abad, ésta se expondrá en uno de los entornos que más está apostando por recuperar la cultura de la mar y los esteros de Chiclana, Salina Santa Teresa.