Política

Desconcierto socialista en Andalucía con la «cuarentena» de Espadas en el Senado

El secretario general del PSOE-A asume la portavocía en la Cámara Alta como un «acicate» pero se da por hecho que a medio plazo no podrá compatibilizar el cargo con la oposición a Juanma Moreno

Espadas, en el Senado
Espadas, en el SenadoEp

«Suela y labia» fue el consejo de Guerra a Espadas cuando el primero no estaba defenestrado por sus opiniones contra Pedro Sánchez y el segundo aspiraba a arrebatar la Alcaldía de Sevilla a Zoido. Ya como regidor, Espadas se avino a aceptar el envite propuesto por Ferraz contra Susana Díaz en junio de 2021 y, en el contexto del batacazo del PSOE-A con la pérdida de la Junta –tras unas elecciones, un 2-D, de las que esta semana se cumplen cinco años–, se convirtió en líder de los socialistas andaluces, ahondando en el suelo electoral del partido. Espadas tuvo un amago de registro propio frente a Ferraz, precisamente, con el conflicto de Doñana, absteniéndose en principio ante la propuesta del PP y Vox de ampliar regadíos y entendiendo que no podía ponerse en contra de la población onubense. Duró poco: el tiempo de que la ministra Teresa Ribera impusiera su relato. Espadas claudicó entonces y pasó a ser, como lo denominaron los populares, «el primer sanchista de Andalucía». También apareció en primer plano aplaudiendo el anuncio de la amnistía de Sánchez. El PSOE-A, otrora «garante de la unidad de España», se plegó de lleno a la necesidad de los siete escaños. Varios «fontaneros» del PSOE andaluz, incluso, aparecieron en Bruselas en las negociaciones con Puigdemont. Sonó como recompensa , y ante la certeza de su amortización frente a un Juanma Moreno cada vez más asentado en la mayoría absoluta, un ministerio para Espadas, al que dio cierto pábulo con la clásica fórmula de «seguiré trabajando por Andalucía» desde donde quiera el partido. Con el PSOE andaluz relegado en el Gobierno al mismo peso que el de Valladolid con dos carteras, ahora Ferraz le señala como portavoz en el Senado, la Cámara donde los populares tienen mayoría absoluta, y que, más pronto que tarde, conllevará dedicación plena. En el partido se entiende que es el paso previo a una salida en diferido de Espadas o una estación previa, una especie de «cuarentena» para verlas venir, de cara a próximas elecciones europeas y en tanto se da con un candidato para Andalucía teniendo en cuenta que, de entrada, María Jesús Montero, de entrada y de momento, no quiere.

«Como secretario general del PSOE-A, es un inmenso honor y un orgullo haber sido designado portavoz del Grupo Socialista en el Senado. En un momento de desafíos trascendentales en el debate territorial y político para Andalucía, España y el socialismo, agradezco la confianza a Pedro Sánchez y compañeros del PSOE y mando un fuerte abrazo a Eva Granados (su predecesora). Tanto en el Parlamento de Andalucía como en el Senado, seguiré trabajando como siempre para dignificar la utilidad de las instituciones donde nos ponen los ciudadanos y llegar a acuerdos que nos permitan avanzar velando por el interés general, la igualdad y la convivencia en todos los territorios», señaló Espadas tras su nombramiento. El todavía líder del PSOE-A en la anterior legislatura ejerció de portavoz socialista en la Comisión General de las Comunidades. Por ello, Espadas se tragó el reciente «sapo» de responder a los barones populares en la Cámara Alta que fueron criticando uno a uno la amnistía y los acuerdos con los independentistas. Espadas, sin rubor público, se retrató de nuevo como subalterno del sanchismo. Como voz de Sánchez en el Senado, Espadas será la cara visible que defienda las políticas del presidente frente a la mayoría, desde la amnistía a la condonación de deuda.

Fuentes cercanas a Espadas consultadas por Ep confirmaron que el secretario general del PSOE-A tiene previsto compaginar sus responsabilidades en Andalucía con su nuevo cargo de portavoz socialista en el Senado. Espadas envió un mensaje interno a sus compañeros de grupo en el Parlamento en el que valora esta elección como un «acicate» para su labor de oposición a la Junta. Oficialmente, la lectura que se hace es que se refuerza la labor de oposición dándole más protagonismo en el Senado pero internamente se da por amortizado al líder socialista andaluz por el bagaje de la amnistía y la desconfianza que generan las políticas territoriales de Sánchez en el electorado andaluz. De hecho, en la última campaña de las generales ya se minimizó la presencia de Sánchez en la región tras el varapalo de la mayoría absoluta de Moreno en las autonómicas, con Montero, que ejerce de referente andaluz, tirando de una campaña que, pese al mal resultado en comparación con los registros históricos, fue suficiente para que Sánchez revalidara el cargo gracias al aumento de votos en Cataluña. «¿Susana o Pedro? Soy un equilibrista y aún no ha rodado mi cabeza», señaló Espadas a LA RAZÓN en plena guerra civil socialista. Cuatro años después, es el PSOE-A, aún grogui tras los ERE, el que hace equilibrismos en los pueblos y diputaciones donde aún gobierna y en la oposición del Parlamento ante la falta de liderazgo y ahora con Espadas, de nuevo, envainado.