Opinión: Méritos e infamias

Exilios

"Megabarcos arriban a los puertos con 5.000 personas a bordo sólo porque hay que saciar al monstruo del turismo"

Vista del crucero más grande del mundo, el 'Allure of the Seas' de Royal Caribbean, con capacidad para más de 6.300 pasajeros, tras llegar al puerto de Málaga, el primero en su escala en Europa procedente del Caribe.
Vista del crucero más grande del mundo, el 'Allure of the Seas' de Royal Caribbean, con capacidad para más de 6.300 pasajeros, tras llegar al puerto de Málaga, el primero en su escala en Europa procedente del Caribe.larazon

Se preguntaba el poeta Joseph Brodsky sobre el futuro que le esperaba a Venecia mientras las olas que levantaba el vaporetto sobre la lámina del Gran Canal le acercaban a un intrigante encuentro. Ya hacía varios años que los buenos amigos del comunismo soviético le invitaron a dejar Rusia para encontrarse con su futuro inmediato. Era la muerte o una maleta de piel marrón rellena con una máquina de escribir. Desde entonces, a ratos Brodsky observó la vida con cierto optimismo, pero sin dejar de mirar a los años vividos bajo el yugo de la URSS con cierta acidez. En la ciudad italiana se reencontró con periodos estetizantes que compensaban su exilio en Estados Unidos, aunque nunca dejó de lado el negro nubarrón que se cernía sobre los canales venecianos. Su muerte en 1996 no le permitió observar la decadencia en la que se sumió la ciudad desde que la globalización acabó con ella, convirtiéndola en un decorado para turistas gracias a internet y el teléfono móvil. Se fue justo en pleno canto del cisne de la cultura analógica cuando la masa de turistas no roía aún las ciudades como ratas ansiosas, incapaces de acabar con su sed de nada colocando un trozo de plástico ante sus ojos. Pensaba en Brodsky mientras volvía de una charla sobre Economía Azul en la que se puso sobre la mesa la visión los megabarcos que arriban a los puertos con 5.000 personas a bordo dispuestas a reventar el sentido común y la cultura que los ciudadanos tardaron cientos de años en construir sólo porque hay que saciar al monstruo del turismo. Una barbaridad de la que nos arrepentiremos en algún momento cuando la gallina deje de poner huevos de oro y sólo nos ofrezca caca. En 1996 el término ecología se puso de moda pero ocultando su perverso legado: consumir y esquilmar los recursos de siempre pero con una sonrisa verde en la boca. Algo muy parecido al comunismo, el bien intencionado pensamiento que expulsó al poeta hacia el exilio igual que los turistas expulsan a los vecinos de sus ciudades.