Agricultura

La flor cortada de Cádiz, en la cuerda floja

La incertidumbre por las protestas en el campo y la oferta de terceros países más baratos, las principales causas

La flor cortada ha vivido años muy difíciles por la pandemia y otras circunstancias como la sequía
La flor cortada ha vivido años muy difíciles por la pandemia y otras circunstancias como la sequíaLa RazónJemaflor

En esta época del año, como apunta Juan Pérez San José, presidente en funciones de la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste, las flores de esta comarca de la provincia de Cádiz (especialmente de Chipiona) ponen «oler y color» a un sinfín de celebraciones.

Ferias, festividades como los días de los enamorados y la mujer, pasos de Semana Santa y templos religiosos se ven realzados por la belleza de las numerosas variedades de flores que se cultivan en un territorio que no es ajeno a todos los males que aquejan a la agricultura y que, desde hace semanas, tienen su reflejo en numerosos actos de protesta.

Sequía, encarecimiento de los insumos y rentabilidades que rozan el umbral de la simple supervivencia, –«estamos trabajando a pérdidas», comenta Pérez San José–, hacen que el sector afronte el presente con resignación y vislumbre el futuro con cierta desesperanza. Todo ello en un contexto, el de las protestas, que «a nosotros nos ha destrozado la campaña».

«Particularmente, a nosotros nos ha destrozado la campaña del Día de los enamorados, porque la incertidumbre generada (los camiones no sabían si iban a poder circular) generó especulación en el mercado y, con ello, la temida bajada de precios», apunta el presidente de la Asociación de Agricultores de la Costa Noroeste de la provincia de Cádiz.

Precios que, en general, «son los mismos de hace treinta años, aunque al consumidor le cuesten las flores más caras». La cadena de distribución, explica, «le mete los márgenes que les tiene que meter para pagar sus impuestos, gastos y afrontar esa distribución y, como digo, nosotros nos tenemos que conformar con los precios de tres décadas atrás, pese a que los costes de cultivo nos han subido entre un 200 y 250 por ciento».

Precios y, con ello, ventas que, sobre todo, se ven perjudicadas «porque existe una sobre oferta motivada por productos que vienen de fuera de la Unión Europea. Colombia, Ecuador, Turquía Túnez y Marruecos, entre otros países, producen mucho más barato que nosotros».

De hecho, resalta Juan Pérez San José, «ya hay mayoristas de flores en Madrid que importan más flores que nosotros somos capaces de producir aquí». Realidad que, en gran medida, está ligada a la «distinta vara de medir que practica la Unión Europa con los productos de la zona y los que proceden de otros países». «Por un lado, tenemos que hacer frente a las a las cláusulas espejo, que son las medidas destinadas a cuidar el entorno y los productos, con la eliminación de los fitosanitarios. Y, por otro, sabemos que en países como Marruecos, la mano de obra, además de ser más barata, está también ligada a la explotación laboral de menores.

Algo que, obviamente, sanciona Europa en su territorio, pero que no supone obstáculo alguna para la entrada de productos que se sabe que están ligados a la explotación de niños». Esto, añade, «se traduce en que el coste de un trabajador aquí es de 80 euros al día y en Marruecos (socio preferente de la UE) sale 285 al mes. Hablamos de zonas (Agadir o Quinitra) que están a tan solo tres horas de nuestra zona de cultivo».

Escenario que, apunta, «nos deja fuera de juego en cuanto a competencia y que está haciendo que, también en la flor cortada, no se esté produciendo el necesario relevo generacional». «Sirva como ejemplo que, en mi caso, mis trabajadores están cobrando 7 euros la hora (neto) y yo, que soy el dueño de la explotación, 4, ¿a quién le atrae esto?», denuncia Pérez San José a este medio. A todo ello, incide, hay que sumar el problema de la sequía.

"Aunque hasta la fecha, debido a los precisos sistemas de riego que utiliza el sector de la flor cortada, los cultivos han podido ir saliendo adelante", Juan Pérez San José atisba el peligro de la sequía a unos meses vista. "Desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir nos han comunicado que nos quedan 800 metros cúbicos de agua por hectárea. Recursos que ponen en grave peligro la campaña de Todos los Santos, ya que nos vamos a tener agua suficiente para sembrar este verano la producción que necesitamos”, apunta, La esperanza, esperar a que “las lluvias sigan llegando” para poner fin a la sequía “más grave que hemos padecido desde los 80”.