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Tribuna

Golf y agua: una realidad que exige rigor, datos y visión de futuro

Considera que «es uno de los sectores más eficientes en el uso de agua y un motor económico relevante de Andalucía»

Andalucía cuenta con cien campos que facturan unos 300 millones de euros La RazónLa Razón

En Andalucía, hablar de agua es hablar de empleo, economía, sostenibilidad y convivencia entre sectores productivos. Sin embargo, pocas actividades han sufrido tantos prejuicios como el golf, especialmente en épocas de sequía. La imagen de un sector despilfarrador ha calado durante años en el debate público, pese a carecer de fundamento técnico o estadístico. La reciente jornada celebrada en el Real Guadalhorce Club de Golf lo ha vuelto a demostrar: cuando se analizan los datos con rigor, el relato cambia por completo y emerge una evidencia incontestable. El golf es hoy uno de los sectores más eficientes en el uso del agua y uno de los motores económicos más relevantes para Andalucía.

Durante décadas, la discusión ha simplificado un asunto complejo, situando al golf como un consumidor desproporcionado de recursos hídricos. Una afirmación repetida, pero nunca sustentada con cifras. Los estudios científicos independientes sí aportan claridad. El informe Golf y Agua, elaborado por la Universidad de Cádiz, demuestra que los campos de golf andaluces ocupan únicamente el 0,3% de la superficie regada de la comunidad. En otras palabras: su consumo de agua es marginal en el conjunto del territorio. Además, ese consumo se realiza con sistemas de riego tecnificados, controles diarios y criterios agronómicos basados en la eficiencia. A ello se suma un elemento decisivo: la mayor parte de esta agua es agua regenerada, un recurso no convencional que convierte un residuo en oportunidad.

De hecho, Andalucía se ha consolidado como un referente europeo en el uso de agua regenerada. En la Costa del Sol, la empresa pública ACOSOL lleva años suministrando agua regenerada a los campos de golf, mientras que EMASA está cuadriplicando su capacidad gracias a nuevas plantas de tratamiento terciario. Hoy, más de la mitad de los campos de golf andaluces riegan con agua regenerada, y muchos otros están listos para hacerlo en cuanto existan infraestructuras de transporte suficientes. Este es el verdadero sello ambiental del golf andaluz: convertir un residuo abundante en la materia prima con la que se genera actividad económica, empleo y sostenibilidad. Pocas actividades representan mejor el concepto de economía circular.

Conviene recordar, además, que el golf es pequeño en agua, pero enorme en generación de riqueza. Andalucía cuenta con cien campos que facturan en conjunto unos 300 millones de euros. Pero el turismo que generan –cerca de 700.000 visitantes anuales– produce fuera de los propios campos más de 2.000 millones de euros en gasto turístico. Siete de cada ocho euros de ese gasto recaen sobre trabajadores, autónomos y empresas ajenas al sector estrictamente deportivo: hoteles, restaurantes, comercios, transporte y actividades culturales. Más de 50.000 empleos dependen de este modelo turístico, según el estudio Impacto Económico del Golf en España, elaborado por IE University. Si mañana desaparecieran todos los campos –una hipótesis impensable, pero útil para dimensionar la cuestión–, el PIB andaluz se contraería a largo plazo alrededor de un 3% por la pérdida de este turismo desestacionalizador y de alto valor añadido.

En la mesa redonda celebrada en Guadalhorce, representantes de la Junta de Andalucía, ACOSOL y EMASA coincidieron en un mensaje rotundo: el golf no es el problema; el golf es parte de la solución. Hoy la comunidad autónoma vierte al mar unos 400 hm³ de agua depurada, según explicó el secretario general del Agua. Se trata de un volumen extraordinario que podría transformarse en seguridad hídrica para todos los sectores productivos. Los proyectos de la Junta para reutilizar unos 250 hm³ abren una oportunidad histórica. Permitirían alcanzar un golf andaluz 100% sostenible en materia de agua, además de reforzar a la agricultura y la industria. Dependiendo de su uso final, estos volúmenes podrían contribuir a la creación de entre 100.000 y 250.000 empleos en la región. No estamos ante políticas sectoriales, sino ante auténticas políticas de Estado.

Todo ello refuerza una conclusión evidente: la gestión del agua exige decisiones basadas en datos, no en percepciones. El agua es un recurso escaso que requiere responsabilidad, pero también visión de futuro. El sector primario, el industrial, el turístico y el deportivo trabajan ya con la Administración para completar el rompecabezas hídrico de Andalucía. El golf, pionero desde los años noventa en el uso de agua regenerada, lleva décadas invirtiendo en tecnología, eficiencia y agronomía de precisión. Está preparado para culminar una transición hídrica ejemplar. Lo que ahora necesitamos es que las infraestructuras acompañen al ritmo de la demanda social y económica.

Andalucía tiene ante sí una oportunidad extraordinaria: convertir el agua regenerada en uno de sus grandes motores de sostenibilidad y prosperidad. Porque hablar de agua –cuando se hace con rigor y con datos– es hablar de futuro.

*Carlos Pitarch es vicepresidente de la Asociación Española de Campos de Golf (AECG)