Medioambiente

Huelva, un modelo de éxito contra los mosquitos

Su experiencia a lo largo de los siglos contra distintas plagas le ha servido para minimizar el brote del virus del Nilo gracias al nivel de especialización del Servicio de Control de la Diputación

Una avioneta del Servicio de Control de Plagas de la Diputación de Huelva fumiga una de las zonas de riesgo
Una avioneta del Servicio de Control de Plagas de la Diputación de Huelva fumiga una de las zonas de riesgoEP

El problema de salud pública que está causando esta temporada el virus del Nilo Occidental (VNO) en Andalucía, con un balance de siete víctimas mortales y unos 80 afectados, ha provocado un cisma político entre la Junta de Andalucía y la Diputación de Sevilla, provincia donde hay mayores concentraciones de mosquitos transmisores y donde se han producido más casos de VNO.

Desde la Junta critican que en la provincia de Sevilla no se han hecho los deberes y no se ha fumigado como correspondía, a inicios de verano, como sí hicieron las Diputaciones de Cádiz y Huelva. Por su parte, desde la Diputación de Sevilla culpan al Gobierno autonómico de dejación de funciones y aseguran que actuaron «de acuerdo con las instrucciones que se les dio».

¿Por qué entonces el virus del Nilo ha azotado con más fuerza en el Bajo Guadalquivir aunque Huelva es una tierra tradicionalmente de mosquitos? La respuesta está, básicamente, en que llevan muchos años lidiando con ellos, mucho antes de que el virus del Nilo llegara a España.

La presencia de mosquitos en la costa de Huelva ha ido paralela a su propia historia. De hecho, desde el siglo XV hasta la segunda mitad del siglo XIX , la malaria o paludismo –transmitida por las hembras infectadas del mosquito Anopheles– representó un serio problema de salud pública en un buen número de municipios, con un claro impacto negativo en su desarrollo socio-económico. No es hasta la entrada de España en la OMS, en 1952, cuando se pone en marcha un plan para acabar con el paludismo, con el acceso de la población a fármacos, uso de larvicidas y obras de saneamiento ambiental. Así se consigue que la Malaria fuera erradicada del país en 1964.

Huelva fue una de las últimas provincias de España en conseguirlo. A partir de entonces, el mosquito dejó de ser un problema de salud pública en sentido estricto, para convertirse en un lastre para las economías relacionadas con el turismo de sol y playas como la de Huelva.

Con el desarrollismo de los años 60, y debido al crecimiento demográfico, la llegada de turistas y el desarrollo agrícola, las plagas de mosquitos se agudizaron de manera preocupante. Durante 20 años se llevaron a cabo diferentes medidas como la aplicación de aceites residuales industriales en los focos de cría, construcción de muros para aislar mareas, desbroce de la vegetación en zonas encharcadas y aspersiones terrestres o aéreas con biocidas sin demasiado éxito. En los 80 se cambia la forma de proceder. Los municipios afectados hacen un frente común y crean una comisión coordinada por la Diputación de Huelva. En 1986 concluye el estudio «Control Integral de Mosquitos en Huelva, Estudio ecológico de las poblaciones larvarias», que vino a cubrir el enorme vacío que había respecto al conocimiento de la fenología y distribución de las principales especies de mosquitos onubenenses. Gracias a ello pudo crearse un año después el Servicio de Control de Plagas, dependiente de la Diputación, con la finalidad de reducir las plagas de mosquitos en el litoral y no entorpecer el desarrollo económico de la zona.

Este servicio de la Diputación ha logrado ser un modelo de éxito, tanto que ya asesora a otros países, como Marruecos. El marco de actuación del Servicio pretende «superar el concepto de control de mosquitos como mera aplicación de insecticidas, por otro mucho más amplio que incluye la integración de distintos métodos de lucha, la ejecución de medidas preventivas y el fomento de actividades divulgativas y de concienciación ciudadana». Esta experiencia ha permitido a Huelva saber actuar ante la llegada del virus del Nilo.

Con un presupuesto de 3,2 millones de euros, el Servicio da cobertura a una superficie algo superior a las 225.000 hectáreas, de la que en torno a un 6% son espacios naturales protegidos.

Durante los meses de invierno y parte del otoño se trabaja limpiando y retirando sedimentos en las redes de drenaje natural en las marismas y desbrozando vegetación. En verano se acometen tareas de restauración de cauces, que reducen las superficies aptas para la cría de mosquitos. Con la llegada de la primavera y hasta octubre, el incremento de las temperaturas provoca el inicio de los tratamientos de control mediante el uso de biocidas ya sea con medios terrestres o aéreos

Las labores de vigilancia se centran en el seguimiento de mosquitos adultos, gracias al mantenimiento de una red de estaciones de trampeo que permite identificar la distribución de los principales mosquitos, y evaluar la eficacia de las medidas de control. Además, desde el 2021 el Servicio diseña y elabora un Plan Territorial de Vigilancia y Control Integral de Vectores de la Fiebre del Nilo.