Liberad a Willy

Es siempre el Domingo de Ramos un momento propicio para los desahogos líricos, quien necesidad tuviere, o para que torpes juntaletras como el firmante se quiten de encima el compromiso del artículo semanal con una oda cofrade, acaso sólo primaveral si prefiere mantenerse al margen de la berrea litúrgica –en feliz expresión del poeta Emilio Durán–.

No nos rebozaremos en semejante lodazal de debilidad ni caeremos en la humorada de insinuar que el preso que será liberado por el dedo misericordioso de Nuestro Padre Jesús El Rico vaya a ser el ínclito Juan Carlos Martínez, señoro de Gámez, entre otras cosas porque no pesa condena alguna sobre él. Todavía. Ya le procurará su amigo Marlaska un indulto gubernamental o una modificación legislativa ad hoc para aliviarle lo que venga, si es que algo le llega.

De momento, podrá disfrutar de unas plácidas vacaciones semanasanteras en cualquiera del millar de inmuebles que posee por toda la Península. El afortunado este año ha sido Antonio Daniel M. P., encarcelado por menudeo que recuperará su libertad tras penitenciar por las calles de Málaga el Miércoles Santo. Resulta llamativo que la progresía se enarbole ante lo anacrónico de esta práctica, como no podía ser de otro modo tratándose de una tradición del siglo XVIII, pero celebre cuanta medida de gracia o relajación de las condiciones de la pena alcance a golpistas dispuestos a repetir su putsch, asesinos sin arrepentir y toda suerte de agresores sexuales premiados con la pedrea del «sólo sí es sí». Nunca fue la coherencia el fuerte del político en campaña, de acuerdo, pero ciertos vaivenes tienen más que ver con la esquizofrenia que con el cálculo electoralista. Y yo que pensaba endilgarles una sentida oda a la cofradía, que rima con Andalucía. Ojú.