Innovación

Azulejos y suelos de barro cocidos con leña de aguacate

Una empresa malagueña vende en todo el mundo sus piezas para espacios en los que se busca una vuelta a los orígenes

Dos operarios trabajan en el horno árabe del tejar de los hermanos Lobillo en Vélez-Málaga
Dos operarios trabajan en el horno árabe del tejar de los hermanos Lobillo en Vélez-MálagaAgencia EFE

Por Daniel Pérez

Combinando la artesanía tradicional en torno al barro y el uso de las nuevas tecnologías en su propio laboratorio, la empresa de Málaga Todobarro comercializa revestimientos cerámicos para suelos y paredes a nivel internacional, en el que la geometría y los acabados con textura antigua son sus señas de identidad.

Marengo, Taró, Pinsapo o Calima son algunos de los nombres con inspiración malagueña de los azulejos y suelos de barro que sus clientes, principalmente estudios de arquitectura, interiorismo y decoración, utilizan para elaborar proyectos que ya se pueden ver en países europeos como Portugal, Francia o Grecia, además de España, donde la tradición mediterránea hace que la cerámica tenga mayor presencia.

La cultura nórdica y escandinava empieza a valorar sus productos por las connotaciones naturales de los materiales, y a más distancia, Estados Unidos, Dubái o Catar reclaman también sus piezas para espacios en los que se busca la diferenciación a través de una vuelta a los orígenes, utilizando materiales tradicionales y donde el diseño y los acabados finales buscan crear ambientes modernos y acogedores.

De su amplio catálogo destacan las colecciones que firman los diseñadores andaluces Carlos Jiménez y Damián López, que proponen patrones y teselaciones inspiradas en los elementos arquitectónicos y paisajísticos de las localidades de Nerja y Vélez-Málaga.

Investigación e innovación

Los comienzos de la empresa se remontan a 2009, cuando Pedro Rosa, su actual propietario, crea la marca junto a su hermano. Ambos eran conocedores del sector, ya que anteriormente habían tenido un negocio especializado en material de decoración rústica, proveniente de derribos de cortijos y casas antiguas, que la crisis de 2008 se llevó por delante.

"La empresa nace con la idea de cubrir todo ese déficit que en el anterior modelo de negocio me llevó al fracaso", explica a EFE Pedro Rosa, que señala como claves del éxito el hecho de tener un modelo internacional y un producto muy diferenciador con mucha aportación de diseño.

A partir de ese momento, y con el concepto de neoartesanía presente, empiezan a implantar una filosofía colaborativa que les hace tomar contacto con artesanos de la comarca de la Axarquía, donde existe una larga tradición de tejares.

Economía circular

Con la idea de encontrar un micronicho de mercado a través de la especialización, comienzan a experimentar con la geometría para disminuir el número de formatos de los ladrillos pero incrementar a su vez el número de combinaciones. El tipo de pasta de arcilla utilizada es otro de los puntos donde ponen el foco de la innovación, ya que tradicionalmente los artesanos usaban la tierra de la cantera más cercana.

Es aquí cuando inician una colaboración con Innovarcilla, un centro tecnológico de la cerámica, con el que a través de procesos de investigación desarrollan diferentes tonos de acabados del barro, como el blanco antiguo, paja flameada, salmón, rojiza o pizarra, y que poseen la ventaja de poder instalarse por ambas caras con resultados diferentes.

El lugar elegido para todo este proceso es el tejar de los hermanos Lobillo en Vélez-Málaga, que convierten sus dos hornos árabes en el centro de producción principal de la empresa. Aquí, entre largas estanterías donde secan las piezas durante tres semanas, la economía circular se hace notar con el uso como combustible de restos de poda de aguacates de la zona y huesos de aceituna.

Los operarios utilizan en el proceso de fabricación moldes realizados con impresoras 3D y plásticos biodegradables, y en el empaquetado han sustituido el plástico por palés de madera retornables. Este centro se complementa con la creación de su propio laboratorio hace cuatro años, donde consiguieron dar con el acabado de textura antigua que es ya marca de la casa.

Proyectos de futuro

Con una estructura empresarial flexible de 14 empleados y una red de colaboradores, la facturación de Todobarro alcanzó los dos millones de euros en el ejercicio anterior. A medio plazo tienen proyectos con el Grupo Lagar de jardinería ecológica "para realizar una evolución del arriate tradicional utilizando baldosas recicladas junto con morteros de cal, que se instalarán en el restaurante Sollo del chef Diego Gallegos", comenta Rosa.

Destaca también la colaboración con el Puerto de Sevilla, con el que ultiman un proyecto para la conversión de las tierras de dragado del río Guadalquivir en ladrillos, o los dos proyectos aprobados por el Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) sobre la evolución del patio andaluz y el horno árabe.

En un futuro próximo, la Fundación Todobarro tomará forma en la localidad de Coín, "motivados por esta concienciación y por nuestra pasión por la naturaleza", como aclara Pedro Rosa.